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Descripción

JORGE CASTILLO CASALDERREY (Pontevedra, 1933). Sin título, 1983. Óleo sobre lienzo. Firmado y fechado en la esquina superior izquierda. Medidas: 134 x 108 cm. Las obras de Castillo son imágenes impregnadas de fantasía y de un sentido de la decoración que arranca de Matisse. Su pintura está construida con formas que se despliegan en el espacio con efectos de gran originalidad plástica. La escena se integra en una composición enigmática en la que coexisten distintos niveles de realidad. Desde niño, Jorge Castillo ha sido un apasionado del dibujo, y cuando sólo tenía diez años hizo su primera copia de Rubens con lápices de colores. Según Castillo, la pintura de Rubens le enseñó a entender el cubismo de Braque y Picasso. Ha vivido en Argentina, España, Francia, Italia, Alemania y Estados Unidos, y desde 2008 reside en Ibiza. Creció en Buenos Aires, donde pasaba largas horas en el puerto, además de dedicarse a pintar y escribir. Durante estos años comenzó a mostrar sus pinturas, llegando a exponer en el Salón de Mayo. También publicó poemas y cuentos en revistas. Sin embargo, a los veintidós años decidió abandonar su ciudad e irse a París. Sin embargo, por motivos económicos se instala en España, concretamente en Madrid, donde pasa seis años, entre 1957 y 1963, los tres primeros viviendo como un vagabundo. Sin embargo, su contacto con Viola y Jorge Cela, que quedaron impresionados por sus dibujos, cambiaría el rumbo de su vida. Durante estos años se decantaría progresivamente por la técnica del grabado, que a partir de entonces sería uno de sus principales medios de expresión. Comenzó entonces a despuntar como artista, a vender sus primeras obras y a establecer algunos contactos importantes, protegido por Luis González Robles, que en 1960 le llevó a la Bienal de São Paulo. Allí, sus obras sorprendieron y recibieron críticas elogiosas, y durante estos años también expuso en Madrid y Barcelona, así como en San Francisco, Lisboa, Pittsburgh y Tokio. Y fue en 1964, año de su participación en la Bienal de Venecia, cuando por fin se le abrieron las puertas de París, gracias al contrato que firmó con el marchante André Schoeller. Se instaló en la capital francesa durante casi cuatro años, hasta 1967, y allí visitó con regularidad el Museo del Louvre y siguió realizando exposiciones de éxito creciente. En 1967 Castillo dejó París y se trasladó a Ginebra, ya que Schoeller había vendido su contrato al suizo Jan Krugier, entonces uno de los galeristas más importantes de Europa. Sin embargo, la ciudad no le gustó, así que se fue a Boissano, en Italia. En este país se empapó del arte clásico italiano, especialmente del Trecento y el Quattrocento, y en 1969 fue invitado por el gobierno alemán a trabajar en Berlín, donde vivió hasta 1975. En 1970 expuso en la Nationalgalerie de la capital alemana, la primera gran muestra museística dedicada a un periodo concreto de su carrera, y más tarde en numerosas galerías berlinesas. Cuando abandonó Berlín, Castillo se trasladó a Barcelona, donde ya era un pintor reconocido en Europa y América. Allí expuso regularmente en la galería Joan Prats y conoció a Salvador Dalí. Durante estos años comenzó a visitar Nueva York y finalmente se instaló allí en 1981, permaneciendo en la ciudad hasta 1992. Allí fue contratado por la prestigiosa galería Marlborough, y sus éxitos continuaron. A lo largo de su carrera, Castillo fue galardonado con premios como el Internacional de Dibujo (1964) y Pintura (1975) de Darmstadt, el Ciudad de Pontevedra (1994), etc.

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JORGE CASTILLO CASALDERREY (Pontevedra, 1933). Sin título, 1983. Óleo sobre lienzo. Firmado y fechado en la esquina superior izquierda. Medidas: 134 x 108 cm. Las obras de Castillo son imágenes impregnadas de fantasía y de un sentido de la decoración que arranca de Matisse. Su pintura está construida con formas que se despliegan en el espacio con efectos de gran originalidad plástica. La escena se integra en una composición enigmática en la que coexisten distintos niveles de realidad. Desde niño, Jorge Castillo ha sido un apasionado del dibujo, y cuando sólo tenía diez años hizo su primera copia de Rubens con lápices de colores. Según Castillo, la pintura de Rubens le enseñó a entender el cubismo de Braque y Picasso. Ha vivido en Argentina, España, Francia, Italia, Alemania y Estados Unidos, y desde 2008 reside en Ibiza. Creció en Buenos Aires, donde pasaba largas horas en el puerto, además de dedicarse a pintar y escribir. Durante estos años comenzó a mostrar sus pinturas, llegando a exponer en el Salón de Mayo. También publicó poemas y cuentos en revistas. Sin embargo, a los veintidós años decidió abandonar su ciudad e irse a París. Sin embargo, por motivos económicos se instala en España, concretamente en Madrid, donde pasa seis años, entre 1957 y 1963, los tres primeros viviendo como un vagabundo. Sin embargo, su contacto con Viola y Jorge Cela, que quedaron impresionados por sus dibujos, cambiaría el rumbo de su vida. Durante estos años se decantaría progresivamente por la técnica del grabado, que a partir de entonces sería uno de sus principales medios de expresión. Comenzó entonces a despuntar como artista, a vender sus primeras obras y a establecer algunos contactos importantes, protegido por Luis González Robles, que en 1960 le llevó a la Bienal de São Paulo. Allí, sus obras sorprendieron y recibieron críticas elogiosas, y durante estos años también expuso en Madrid y Barcelona, así como en San Francisco, Lisboa, Pittsburgh y Tokio. Y fue en 1964, año de su participación en la Bienal de Venecia, cuando por fin se le abrieron las puertas de París, gracias al contrato que firmó con el marchante André Schoeller. Se instaló en la capital francesa durante casi cuatro años, hasta 1967, y allí visitó con regularidad el Museo del Louvre y siguió realizando exposiciones de éxito creciente. En 1967 Castillo dejó París y se trasladó a Ginebra, ya que Schoeller había vendido su contrato al suizo Jan Krugier, entonces uno de los galeristas más importantes de Europa. Sin embargo, la ciudad no le gustó, así que se fue a Boissano, en Italia. En este país se empapó del arte clásico italiano, especialmente del Trecento y el Quattrocento, y en 1969 fue invitado por el gobierno alemán a trabajar en Berlín, donde vivió hasta 1975. En 1970 expuso en la Nationalgalerie de la capital alemana, la primera gran muestra museística dedicada a un periodo concreto de su carrera, y más tarde en numerosas galerías berlinesas. Cuando abandonó Berlín, Castillo se trasladó a Barcelona, donde ya era un pintor reconocido en Europa y América. Allí expuso regularmente en la galería Joan Prats y conoció a Salvador Dalí. Durante estos años comenzó a visitar Nueva York y finalmente se instaló allí en 1981, permaneciendo en la ciudad hasta 1992. Allí fue contratado por la prestigiosa galería Marlborough, y sus éxitos continuaron. A lo largo de su carrera, Castillo fue galardonado con premios como el Internacional de Dibujo (1964) y Pintura (1975) de Darmstadt, el Ciudad de Pontevedra (1994), etc.

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