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Descripción

JUAN RUIZ SORIANO (Higuera de la Sierra, Huelva, 1701 - Sevilla, 1763). "La muerte de San Francisco", 1743. Óleo sobre lienzo. Revestido. Tiene repintes y restauraciones. Presenta inscripción con fecha. Medidas. 139 x 275 cm. El formato semicircular de esta obra indica que se trata de una pintura concebida como elemento decorativo, quizá con la intención de ornamentar las zonas superiores de un vano, u otro espacio arquitectónico. De carácter devocional, el artista ha representado la muerte de San Francisco, que yace en el centro de la composición con los ojos cerrados y las manos con los estigmas sobre el pecho. San Francisco, protagonista de la escena, está rodeado de numerosos religiosos de su orden que velan su cadáver, todos ellos adoptan una actitud diferente y presentan rasgos físicos distintos, lo que demuestra la maestría del artista. La imagen central, de carácter sobrio y austero, es aliviada por el artista a través de tres elementos: el rompimiento de gloria situado en la zona superior, la familia de la izquierda, que tal vez representa a algunos donantes, cuyas ropas destacan sobre el riguroso negro de los frailes, y, por último, la presencia de un pequeño espacio a la derecha, donde puede verse el entierro oficial de San Francisco, ya en su ataúd. Nacido en la localidad de Higuera de Aracena, hoy Higuera de la Sierra, Juan Ruiz Soriano se formó en Sevilla con su primo Alonso Miguel de Tovar (Higuera de la Sierra, 1678 - Madrid, 1752), y comenzó a pintar en 1725. Como discípulo de Tovar, es lógico que el arte de Ruiz Soriano derivara al mismo tiempo del de Murillo, por lo que su producción pictórica se caracteriza por un dibujo suave y amable. Sabemos que trabajó para numerosas órdenes religiosas, que le encargaron una serie de pinturas para decorar los muros de sus claustros. También debió de trabajar mucho para particulares. En el presente lienzo se aprecian las influencias directas tanto de Ruiz Soriano como de Tovar, por lo que podría deducirse que el artista es un pintor del círculo del primero y seguidor del segundo. Ambos maestros tomaron como modelo a Murillo, como era habitual entre los pintores sevillanos del siglo XVIII, y esta influencia se hace patente también en este lienzo, tanto en el tratamiento abocetado, de elaborados tonos clásicos, como en las propias figuras, pintadas con un marcado sentido de afabilidad y serenidad expresivas. Dentro de la producción de Alonso Miguel de Tovar encontramos con frecuencia el mismo tema que el presente cuadro, representado en un modelo compositivo muy similar. En las "Divinas Pastoras" de la iglesia parroquial de Cortelazor, la de Higuera de la Sierra y la del Museo del Prado, todas ellas típicas del estilo de Tovar, María aparece sentada sobre una roca sobre un fondo de paisaje cerrado a la izquierda, vestida con túnica rosa, manto azul y sayal de piel de oveja, sosteniendo una rosa en su mano izquierda y acariciando la cabeza de una oveja con la derecha. En todas ellas, además, los animales que se acercan a la figura llevan rosas en la boca como ofrenda a María. El resto de los elementos de la composición son idénticos a los de Tovar, incluida la escena secundaria del fondo, en la que se representa a un arcángel luchando contra un demonio que pretende atacar a un cordero que sostiene una filacteria con el texto "Ave María" en la boca. Así, las únicas diferencias iconográficas con respecto a la obra de Tovar son la corona de la Virgen y el arcángel, que en la obra del maestro de Higueras de la Sierra porta una espada flamígera, mientras que aquí aparece desarmado. Otro elemento diferenciador, aunque secundario desde el punto de vista iconográfico, es que en esta obra aparece un ángel sosteniendo el báculo de María, mientras que en las obras de Tovar el báculo aparece apoyado en la roca.

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JUAN RUIZ SORIANO (Higuera de la Sierra, Huelva, 1701 - Sevilla, 1763). "La muerte de San Francisco", 1743. Óleo sobre lienzo. Revestido. Tiene repintes y restauraciones. Presenta inscripción con fecha. Medidas. 139 x 275 cm. El formato semicircular de esta obra indica que se trata de una pintura concebida como elemento decorativo, quizá con la intención de ornamentar las zonas superiores de un vano, u otro espacio arquitectónico. De carácter devocional, el artista ha representado la muerte de San Francisco, que yace en el centro de la composición con los ojos cerrados y las manos con los estigmas sobre el pecho. San Francisco, protagonista de la escena, está rodeado de numerosos religiosos de su orden que velan su cadáver, todos ellos adoptan una actitud diferente y presentan rasgos físicos distintos, lo que demuestra la maestría del artista. La imagen central, de carácter sobrio y austero, es aliviada por el artista a través de tres elementos: el rompimiento de gloria situado en la zona superior, la familia de la izquierda, que tal vez representa a algunos donantes, cuyas ropas destacan sobre el riguroso negro de los frailes, y, por último, la presencia de un pequeño espacio a la derecha, donde puede verse el entierro oficial de San Francisco, ya en su ataúd. Nacido en la localidad de Higuera de Aracena, hoy Higuera de la Sierra, Juan Ruiz Soriano se formó en Sevilla con su primo Alonso Miguel de Tovar (Higuera de la Sierra, 1678 - Madrid, 1752), y comenzó a pintar en 1725. Como discípulo de Tovar, es lógico que el arte de Ruiz Soriano derivara al mismo tiempo del de Murillo, por lo que su producción pictórica se caracteriza por un dibujo suave y amable. Sabemos que trabajó para numerosas órdenes religiosas, que le encargaron una serie de pinturas para decorar los muros de sus claustros. También debió de trabajar mucho para particulares. En el presente lienzo se aprecian las influencias directas tanto de Ruiz Soriano como de Tovar, por lo que podría deducirse que el artista es un pintor del círculo del primero y seguidor del segundo. Ambos maestros tomaron como modelo a Murillo, como era habitual entre los pintores sevillanos del siglo XVIII, y esta influencia se hace patente también en este lienzo, tanto en el tratamiento abocetado, de elaborados tonos clásicos, como en las propias figuras, pintadas con un marcado sentido de afabilidad y serenidad expresivas. Dentro de la producción de Alonso Miguel de Tovar encontramos con frecuencia el mismo tema que el presente cuadro, representado en un modelo compositivo muy similar. En las "Divinas Pastoras" de la iglesia parroquial de Cortelazor, la de Higuera de la Sierra y la del Museo del Prado, todas ellas típicas del estilo de Tovar, María aparece sentada sobre una roca sobre un fondo de paisaje cerrado a la izquierda, vestida con túnica rosa, manto azul y sayal de piel de oveja, sosteniendo una rosa en su mano izquierda y acariciando la cabeza de una oveja con la derecha. En todas ellas, además, los animales que se acercan a la figura llevan rosas en la boca como ofrenda a María. El resto de los elementos de la composición son idénticos a los de Tovar, incluida la escena secundaria del fondo, en la que se representa a un arcángel luchando contra un demonio que pretende atacar a un cordero que sostiene una filacteria con el texto "Ave María" en la boca. Así, las únicas diferencias iconográficas con respecto a la obra de Tovar son la corona de la Virgen y el arcángel, que en la obra del maestro de Higueras de la Sierra porta una espada flamígera, mientras que aquí aparece desarmado. Otro elemento diferenciador, aunque secundario desde el punto de vista iconográfico, es que en esta obra aparece un ángel sosteniendo el báculo de María, mientras que en las obras de Tovar el báculo aparece apoyado en la roca.

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