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Descripción

ANTONIO REYNA MANESCAU (Coín, Málaga, 1859 - Roma, 1937). "Canal de Venecia". Óleo sobre lienzo. Firmado en la esquina inferior derecha. Medidas: 35 x 75 cm; 48,5 x 89 cm (marco). Las vistas venecianas de Antonio Reyna llevaron el género de los Vedutti al más alto grado de artisticidad. En este paisaje urbano, estamos ante un destacado exponente de su capacidad para conjurar el "genius loci" del lugar, el sabor local. Una mañana cualquiera, el paseo adoquinado junto al canal está abarrotado de transeúntes, mujeres atareadas, una bebiendo agua de la fuente, otra comprando en la frutería, bajo el toldo a rayas.... Con un lenguaje vivo y colorista, con una audaz pincelada impresionista, Reyna despliega una magnífica panorámica que se escapa hacia las casas libremente apiñadas tras el puente. Considerado hoy uno de los paisajistas andaluces más importantes del siglo XIX, Antonio Reyna inició su formación en la Escuela de Bellas Artes de Málaga, donde tuvo como maestros a Joaquín Martínez de la Vega y Bernardo Ferrándiz. Desde muy joven expuso sus obras con asiduidad, destacando en el ambiente artístico local por sus composiciones coloristas y atractivas y la soltura de su pincelada. En 1882 obtuvo una pensión de la Diputación de Málaga para ampliar estudios en Italia. Tras su viaje a Italia, Roma se convirtió en el lugar de residencia de Reyna, y allí se quedó a vivir para siempre. En Roma frecuentó, como tantos otros españoles, a Villegas, e influido en cierta medida por la obra de este pintor, Reyna trabajó algunos temas orientales y "casacones", estos últimos de exquisita factura y refinada variedad cromática. Al mismo tiempo, como miembro de la colonia española, participó en las tertulias del Café Greco. Aunque su residencia habitual estaba en la capital italiana, el artista viajó varias veces a Venecia, desde donde en 1885 pintó una vista del Gran Canal, y en 1887 realizó abundantes "vedute" de la ciudad. Su pintura, tratada desde una perspectiva de cierto pintoresquismo, se centra en la realización, en pequeños formatos, de paisajes urbanos, repitiéndolos en numerosas ocasiones con mínimas variaciones. Venecia era en ese momento uno de los mayores focos de atracción para los españoles gracias a la influencia del maestro Fortuny y al peso de la producción veneciana de Villegas, sumándose también el efecto de las estancias veraniegas de Martín Rico, cuyos preciosos paisajes fueron transmitidos a Reyna. En 1887, un lienzo desaparecido de grandes proporciones, titulado "Floralia", le valió una medalla de tercera clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes, siendo considerado en su momento como el mejor cuadro del pintor. En 1910, con motivo del fallecimiento de su madre, Reyna pasó una temporada en su ciudad natal. Allí se inspiró para crear otro de sus cuadros más celebrados, el lienzo "Rancho Andaluz", que expuso en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Roma al año siguiente. Unos años antes, en 1895, la reina regente María Cristina le había concedido la cruz de caballero de la orden de Carlos III, asociando el hecho a la realización de unas sobrepuertas que más tarde pasaron al Ateneo de Madrid, aunque al parecer ahora no se encuentran en ese paradero. Reyna también exportó su obra a Londres, especialmente sus vistas venecianas. También realizó exposiciones periódicas en Roma, mostrando entre otras obras dos retratos del Papa Benedicto XV, que demuestran su maestría en este género. En su pintura, ciertamente novedosa para la época, el pintor mostró en todo momento su destreza en el dibujo, así como una habilidad innata para la composición, marcada por la audacia de su pincelada y una gran riqueza cromática.

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ANTONIO REYNA MANESCAU (Coín, Málaga, 1859 - Roma, 1937). "Canal de Venecia". Óleo sobre lienzo. Firmado en la esquina inferior derecha. Medidas: 35 x 75 cm; 48,5 x 89 cm (marco). Las vistas venecianas de Antonio Reyna llevaron el género de los Vedutti al más alto grado de artisticidad. En este paisaje urbano, estamos ante un destacado exponente de su capacidad para conjurar el "genius loci" del lugar, el sabor local. Una mañana cualquiera, el paseo adoquinado junto al canal está abarrotado de transeúntes, mujeres atareadas, una bebiendo agua de la fuente, otra comprando en la frutería, bajo el toldo a rayas.... Con un lenguaje vivo y colorista, con una audaz pincelada impresionista, Reyna despliega una magnífica panorámica que se escapa hacia las casas libremente apiñadas tras el puente. Considerado hoy uno de los paisajistas andaluces más importantes del siglo XIX, Antonio Reyna inició su formación en la Escuela de Bellas Artes de Málaga, donde tuvo como maestros a Joaquín Martínez de la Vega y Bernardo Ferrándiz. Desde muy joven expuso sus obras con asiduidad, destacando en el ambiente artístico local por sus composiciones coloristas y atractivas y la soltura de su pincelada. En 1882 obtuvo una pensión de la Diputación de Málaga para ampliar estudios en Italia. Tras su viaje a Italia, Roma se convirtió en el lugar de residencia de Reyna, y allí se quedó a vivir para siempre. En Roma frecuentó, como tantos otros españoles, a Villegas, e influido en cierta medida por la obra de este pintor, Reyna trabajó algunos temas orientales y "casacones", estos últimos de exquisita factura y refinada variedad cromática. Al mismo tiempo, como miembro de la colonia española, participó en las tertulias del Café Greco. Aunque su residencia habitual estaba en la capital italiana, el artista viajó varias veces a Venecia, desde donde en 1885 pintó una vista del Gran Canal, y en 1887 realizó abundantes "vedute" de la ciudad. Su pintura, tratada desde una perspectiva de cierto pintoresquismo, se centra en la realización, en pequeños formatos, de paisajes urbanos, repitiéndolos en numerosas ocasiones con mínimas variaciones. Venecia era en ese momento uno de los mayores focos de atracción para los españoles gracias a la influencia del maestro Fortuny y al peso de la producción veneciana de Villegas, sumándose también el efecto de las estancias veraniegas de Martín Rico, cuyos preciosos paisajes fueron transmitidos a Reyna. En 1887, un lienzo desaparecido de grandes proporciones, titulado "Floralia", le valió una medalla de tercera clase en la Exposición Nacional de Bellas Artes, siendo considerado en su momento como el mejor cuadro del pintor. En 1910, con motivo del fallecimiento de su madre, Reyna pasó una temporada en su ciudad natal. Allí se inspiró para crear otro de sus cuadros más celebrados, el lienzo "Rancho Andaluz", que expuso en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Roma al año siguiente. Unos años antes, en 1895, la reina regente María Cristina le había concedido la cruz de caballero de la orden de Carlos III, asociando el hecho a la realización de unas sobrepuertas que más tarde pasaron al Ateneo de Madrid, aunque al parecer ahora no se encuentran en ese paradero. Reyna también exportó su obra a Londres, especialmente sus vistas venecianas. También realizó exposiciones periódicas en Roma, mostrando entre otras obras dos retratos del Papa Benedicto XV, que demuestran su maestría en este género. En su pintura, ciertamente novedosa para la época, el pintor mostró en todo momento su destreza en el dibujo, así como una habilidad innata para la composición, marcada por la audacia de su pincelada y una gran riqueza cromática.

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