Null JOSE SOLLA (La Habana, 1909).

"Puerta", 2003.

Óleo sobre lienzo.

Firmado…
Descripción

JOSE SOLLA (La Habana, 1909). "Puerta", 2003. Óleo sobre lienzo. Firmado y fechado en la esquina inferior. Medidas: 38 x 46 cm; 55 x 63 cm (marco). Prácticamente toda su carrera artística la ha desarrollado en Sudamérica, donde residió desde 1950, aunque regresó a Galicia en la década de los ochenta, ha realizado varias exposiciones que confirman a un pintor cuajado, imaginativo, lírico, erótico en ocasiones, excelente conocedor de la mejor tradición europea y del arte indígena hispanoamericano, que ha absorbido para darle una expresión muy personal. José Solla estudió en la Escuela Superior de Artes Visuales Martín A. Malharro, con el profesor Demetrio Urruchúa, maestro de tantos excelentes artistas de origen gallego. Realizó su primera exposición en 1964. Participó en las Bienales de Pontevedra de 1973, 1974 y 1976. En la segunda edición internacional de este importante certamen obtuvo la Medalla de Oro. Otros premios fueron obtenidos por Solla en Caserta, Italia; en Buenos Aires, Mar del Plata y Salta, Argentina. La exposición que confirmó su condición de pintor muy personal y consumado se celebró en el Centro Cultural Caixavigo en 1990, dentro del ciclo Grandes Artistas Gallegos. Está representado en museos de Sudamérica, Brasil, México, Chile, Estados Unidos, Italia y en los museos de Pontevedra y Vigo. Solla es a la vez lírico y expresionista. Sus paisajes, generalmente marinos, más intuiciones que representaciones, son de una ligereza exquisita, danzantes, de materia muy fina y sentidos como un mural. Las composiciones de figuras, en cambio, son barrocas, abigarradas, con una fuerte carga erótica y un mundo de esperpento, por supuesto deliberado. Se apoya en un dibujo de gran fluidez, que le permite complejidades sorprendentes, con evasiones hacia lo onírico. Seres imaginarios, inspirados en mitologías precolombinas, pueblan espacios ideales y son como transnaciones en las que por fin se hace presente el gallego soñador y evocador que Solla lleva dentro desde su infancia, mirando a la ría de Pontevedra. Es un acuarelista consumado, de grafismo directo en la mancha, capaz de crear mundos ideales en los que hay aves totémicas y seres alados que deambulan por espacios sugeridos por una imaginación desbordante. Un pintor multiforme, inconfundible, atractivo, de obra muy bien hecha, porque sabe contener el torrente de su imaginación para asentarlo en ámbitos diferentes, donde lo grotesco se humaniza y lo humano se desborda en mitologías imprevisibles.

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JOSE SOLLA (La Habana, 1909). "Puerta", 2003. Óleo sobre lienzo. Firmado y fechado en la esquina inferior. Medidas: 38 x 46 cm; 55 x 63 cm (marco). Prácticamente toda su carrera artística la ha desarrollado en Sudamérica, donde residió desde 1950, aunque regresó a Galicia en la década de los ochenta, ha realizado varias exposiciones que confirman a un pintor cuajado, imaginativo, lírico, erótico en ocasiones, excelente conocedor de la mejor tradición europea y del arte indígena hispanoamericano, que ha absorbido para darle una expresión muy personal. José Solla estudió en la Escuela Superior de Artes Visuales Martín A. Malharro, con el profesor Demetrio Urruchúa, maestro de tantos excelentes artistas de origen gallego. Realizó su primera exposición en 1964. Participó en las Bienales de Pontevedra de 1973, 1974 y 1976. En la segunda edición internacional de este importante certamen obtuvo la Medalla de Oro. Otros premios fueron obtenidos por Solla en Caserta, Italia; en Buenos Aires, Mar del Plata y Salta, Argentina. La exposición que confirmó su condición de pintor muy personal y consumado se celebró en el Centro Cultural Caixavigo en 1990, dentro del ciclo Grandes Artistas Gallegos. Está representado en museos de Sudamérica, Brasil, México, Chile, Estados Unidos, Italia y en los museos de Pontevedra y Vigo. Solla es a la vez lírico y expresionista. Sus paisajes, generalmente marinos, más intuiciones que representaciones, son de una ligereza exquisita, danzantes, de materia muy fina y sentidos como un mural. Las composiciones de figuras, en cambio, son barrocas, abigarradas, con una fuerte carga erótica y un mundo de esperpento, por supuesto deliberado. Se apoya en un dibujo de gran fluidez, que le permite complejidades sorprendentes, con evasiones hacia lo onírico. Seres imaginarios, inspirados en mitologías precolombinas, pueblan espacios ideales y son como transnaciones en las que por fin se hace presente el gallego soñador y evocador que Solla lleva dentro desde su infancia, mirando a la ría de Pontevedra. Es un acuarelista consumado, de grafismo directo en la mancha, capaz de crear mundos ideales en los que hay aves totémicas y seres alados que deambulan por espacios sugeridos por una imaginación desbordante. Un pintor multiforme, inconfundible, atractivo, de obra muy bien hecha, porque sabe contener el torrente de su imaginación para asentarlo en ámbitos diferentes, donde lo grotesco se humaniza y lo humano se desborda en mitologías imprevisibles.

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