THOMAS DE KEYSER AMSTERDAM, 1596 - 1667 
Retrato de un hombre

Óleo sobre tabla
…
Descripción

THOMAS DE KEYSER AMSTERDAM, 1596 - 1667

Retrato de un hombre Óleo sobre tabla Con monograma y fecha en la parte superior izquierda TDK 1637 27,5 x 21 cm Hijo de Hendrick de Keyser (1565 - 1621), arquitecto y escultor de Ámsterdam, Thomas entró muy joven en el taller de su padre e ingresó en el gremio de San Lucas como cantero a los veintiséis años. En los mismos años, Hendrick murió y su taller pasó a manos de uno de sus hijos, Pieter. En ese momento, el joven artista decidió dedicarse a la pintura, disciplina que reveló sus dotes de retratista. Rápidamente se ganó a la sociedad local y se convirtió en el pintor más reputado de su género en Ámsterdam durante casi diez años. Destacó en el arte del retrato ceremonial y fue especialmente apreciado por su capacidad para expresar tanto la reserva y la opulencia como la elegancia hierática de sus modelos. A pesar de ello, su popularidad decayó lentamente a partir de 1630-1631, cuando el joven Rembrandt van Rijn (1606 - 1669) llegó y se consolidó como uno de los mejores retratistas de su tiempo. Es posible que Keyser fuera a Inglaterra por un tiempo, donde su presencia está atestiguada por su cuñado, Nicholas Stone. Lejos de la grandilocuencia de un retrato ceremonial, el artista ha optado por la sencillez al presentar a su modelo en un marco íntimo y de tamaño modesto. Esta es una práctica común y podría sugerir que se trata de un retrato de un amigo o colega. Sabemos, por ejemplo, que en 1651 pintó un retrato de Jacob Backer, y que el grabado posterior a la obra pintada contribuyó a difundir el nombre de su pintor junto con el de Backer. En su composición, el pintor optó por la sencillez. Presenta a su modelo sobre un fondo neutro de tonos terrosos, y aparece el torso del hombre, vestido con una camisa blanca y un chaleco cubierto por un grueso abrigo. La carne luminosa emerge de los tonos de marrón, dando un verdadero brillo al rostro, que se divide entre la luz y la oscuridad debido a la posición de tres cuartos. Esta postura de la cabeza, ligeramente inclinada hacia el suelo, dinamiza la figura y da movimiento y profundidad al conjunto en un espacio que, sin embargo, es restringido. El pincel también juega con la intensidad de la pincelada, creando texturas tan diversas como telas, carne, pelo y barba con el mismo color. En la intimidad del estudio, Thomas de Keyser nos ofrece así un retrato psicológico de uno de sus amigos. Con habilidad y a pesar del modesto formato, el pintor expresa todas sus dotes de retratista en la verdad de los rasgos, el dominio de los volúmenes y la franqueza del toque.

10 

THOMAS DE KEYSER AMSTERDAM, 1596 - 1667

Las pujas estan cerradas para este lote. Ver los resultados