Escuela rusa, siglo XIX. "La Virgen de la Leche". Témpera, pan de oro sobre tabla. Medidas: 31,5 x 18 cm. Las imágenes de la Virgen María amamantando al Niño Jesús son conocidas en el arte cristiano oriental desde la antigüedad. Este tema se hizo especialmente popular en la pintura italo-griega post-bizantina. Esta tipología se conoce en Rusia desde 1392, y a priori se llamaba la Madre de Dios de Bari, por la ciudad italiana de Bari, de donde se trajo el icono original a la Catedral de la Anunciación del Kremlin de Moscú. Este icono acabó perdiéndose, pero han sobrevivido sus escasas versiones posteriores, que constituyen la base de esta tipología de la Madre de Dios, a la que pertenece el lote de interés. Este icono está realizado según el canon tradicional. La Virgen sentada está representada de medio cuerpo, con el rostro y el torso girados en tres cuartos. El Niño Jesús descansa en los brazos de su madre, mamando de su pecho, una de las dos versiones de la representación del Niño Jesús, que también puede aparecer simplemente descansando en sus brazos. El icono de interés tiene unas características estéticas muy particulares. Bajo una contemplación y estudio precisos de los rasgos, se podría concluir que este maestro anónimo se inspiró en los modelos de los primeros iconos de la escuela de Nóvgorod, en torno al siglo XII. En particular, esta Madre de Dios tiene rasgos que coinciden con los del famoso icono "Ángel con cabellos de oro" o "Arcángel Miguel o Gabriel", pintado en Nóvgorod hacia la segunda mitad del siglo XII. Al igual que ese ángel, los ojos de la Virgen son exageradamente más grandes que el resto de sus rasgos faciales. Los ángulos exteriores de los ojos tienen una ligera tendencia hacia abajo. Los párpados superiores están semicerrados y la mitad de la pupila queda oculta bajo ellos. El párpado inferior sobresale y tiene una sombra característica. Las comisuras de los labios tienen dos sutiles puntos de sombra, que crean la apariencia de una sonrisa cálida y afectuosa. Las cejas, muy pronunciadas, en tono oscuro, crean una línea continua con la nariz, también marcada por la sombra oscura. El fondo del icono está pintado en un tono verdoso, un tono que se puso de moda sobre todo en el siglo XVII para pintar grandes fondos. Pero esto no significa que no se utilizara antes para este fin. Por ejemplo, el icono del arcángel, mencionado anteriormente, también tiene un fondo verde, en un tono diferente. Por supuesto, el presente lote, dentro del aspecto canónico de la composición, tiene una serie de características muy particulares que lo hacen destacar y lo convierten en un descubrimiento de la pintura ortodoxa.