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Descripción

JOAQUÍN DOMÍNGUEZ BÉCQUER (Sevilla, 1817 - 1879). "Pareja andaluza". Óleos sobre tabla (x2). Tienen marcos del siglo XIX. Firmados en la parte inferior izquierda. Medidas: 63 x 47,5 cm (x2); 72 x 58,5 cm (marcos, x2). Pareja de óleos con el mismo tema y composición, lo que indica que fueron concebidos originalmente juntos. Uno de ellos presenta a una dama vestida a la moda de la época, mientras que el otro presenta a un hombre siguiendo la moda regional. El tema costumbrista hunde sus raíces en la visión romántica que, entre otros aspectos, presta especial atención a aquellas costumbres tradicionales, populares o típicas que reflejan lo que se entiende como la genuina forma de ser y vivir de la gente del pueblo, sus tradiciones y valores, y lo hace, además, desde una perspectiva mítica e idealizada en la que las clases populares, especialmente las del medio rural, se oponen siempre al modelo que personifica la ciudad en expansión, crecida al calor de la industrialización. Este modelo de costumbrismo asumido en el Romanticismo pervive durante mucho tiempo en la cultura pictórica europea del siglo XIX, ya que el Realismo posterior, aunque a veces introduce una visión más objetiva y desapasionada y centra su atención en la dureza del trabajo, sigue difundiendo imágenes de campesinos y sus tareas, costumbres rurales, oficios tradicionales, en definitiva, mucho de lo que se temía que desapareciera en pocas décadas. Joaquín Domínguez Bécquer aprendió los primeros rudimentos del arte de la pintura de su primo José, iniciador de esta destacada dinastía de pintores, y a su vez fue maestro de su sobrino Valeriano Bécquer, hermano de Gustavo Adolfo. El joven pintor ingresó entonces en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Sevilla, institución de la que, con el paso de los años, llegaría a ser profesor y director, así como académico desde 1847. Fue también miembro de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras, uno de los fundadores del Liceo Artístico de su ciudad natal, y recibió el encargo de Isabel II de dirigir las obras pictóricas realizadas con motivo de la restauración de los Reales Alcázares de Sevilla. Fue pintor de cámara honorario de la reina desde 1850, así como profesor de dibujo de sus sobrinos. Máximo exponente de la pintura costumbrista sevillana, considerado creador de la escuela romántica sevillana, se dedicó también al retrato y a la pintura de historia. Su estilo, de gran corrección académica derivada de un profundo conocimiento de la pintura española antigua, se caracterizó por el sentido escenográfico de sus pinturas al aire libre, con un rico juego de sellos que dan profundidad a las obras. La relevancia de Domínguez Bécquer en la Sevilla de mediados del siglo XIX le permitió acceder al selecto círculo de amigos de los duques de Montpensier, establecidos en la ciudad hispalense en 1848 y principales mecenas y promotores de la renovación del panorama artístico local. Especialmente, durante estos años la pintura de género experimentó un gran desarrollo, que difundió el mito romántico de España con Andalucía como centro absoluto del encanto exótico que los viajeros extranjeros buscaban en la Península. Domínguez Bécquer participó en este costumbrismo español en numerosas ocasiones. Domínguez Bécquer está representado en el Museo del Prado, el Museo San Telmo de San Sebastián, el Museo del Romanticismo de Madrid, el Museo Bonnat de Bayona, los Museos de Bellas Artes de Sevilla y Huelva, y el Museo Thyssen-Bornemisza, entre otros.

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JOAQUÍN DOMÍNGUEZ BÉCQUER (Sevilla, 1817 - 1879). "Pareja andaluza". Óleos sobre tabla (x2). Tienen marcos del siglo XIX. Firmados en la parte inferior izquierda. Medidas: 63 x 47,5 cm (x2); 72 x 58,5 cm (marcos, x2). Pareja de óleos con el mismo tema y composición, lo que indica que fueron concebidos originalmente juntos. Uno de ellos presenta a una dama vestida a la moda de la época, mientras que el otro presenta a un hombre siguiendo la moda regional. El tema costumbrista hunde sus raíces en la visión romántica que, entre otros aspectos, presta especial atención a aquellas costumbres tradicionales, populares o típicas que reflejan lo que se entiende como la genuina forma de ser y vivir de la gente del pueblo, sus tradiciones y valores, y lo hace, además, desde una perspectiva mítica e idealizada en la que las clases populares, especialmente las del medio rural, se oponen siempre al modelo que personifica la ciudad en expansión, crecida al calor de la industrialización. Este modelo de costumbrismo asumido en el Romanticismo pervive durante mucho tiempo en la cultura pictórica europea del siglo XIX, ya que el Realismo posterior, aunque a veces introduce una visión más objetiva y desapasionada y centra su atención en la dureza del trabajo, sigue difundiendo imágenes de campesinos y sus tareas, costumbres rurales, oficios tradicionales, en definitiva, mucho de lo que se temía que desapareciera en pocas décadas. Joaquín Domínguez Bécquer aprendió los primeros rudimentos del arte de la pintura de su primo José, iniciador de esta destacada dinastía de pintores, y a su vez fue maestro de su sobrino Valeriano Bécquer, hermano de Gustavo Adolfo. El joven pintor ingresó entonces en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Sevilla, institución de la que, con el paso de los años, llegaría a ser profesor y director, así como académico desde 1847. Fue también miembro de la Real Academia Sevillana de las Buenas Letras, uno de los fundadores del Liceo Artístico de su ciudad natal, y recibió el encargo de Isabel II de dirigir las obras pictóricas realizadas con motivo de la restauración de los Reales Alcázares de Sevilla. Fue pintor de cámara honorario de la reina desde 1850, así como profesor de dibujo de sus sobrinos. Máximo exponente de la pintura costumbrista sevillana, considerado creador de la escuela romántica sevillana, se dedicó también al retrato y a la pintura de historia. Su estilo, de gran corrección académica derivada de un profundo conocimiento de la pintura española antigua, se caracterizó por el sentido escenográfico de sus pinturas al aire libre, con un rico juego de sellos que dan profundidad a las obras. La relevancia de Domínguez Bécquer en la Sevilla de mediados del siglo XIX le permitió acceder al selecto círculo de amigos de los duques de Montpensier, establecidos en la ciudad hispalense en 1848 y principales mecenas y promotores de la renovación del panorama artístico local. Especialmente, durante estos años la pintura de género experimentó un gran desarrollo, que difundió el mito romántico de España con Andalucía como centro absoluto del encanto exótico que los viajeros extranjeros buscaban en la Península. Domínguez Bécquer participó en este costumbrismo español en numerosas ocasiones. Domínguez Bécquer está representado en el Museo del Prado, el Museo San Telmo de San Sebastián, el Museo del Romanticismo de Madrid, el Museo Bonnat de Bayona, los Museos de Bellas Artes de Sevilla y Huelva, y el Museo Thyssen-Bornemisza, entre otros.

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