Null Escuela italiana, principios del siglo XVIII.

"Lección de la Virgen al Niñ…
Descripción

Escuela italiana, principios del siglo XVIII. "Lección de la Virgen al Niño Jesús". Óleo sobre lienzo. Repintado. Presenta ligeras restauraciones. Medidas: 71,5 x 53 cm. Imagen de carácter devocional en la que se introducen dos acciones recurrentes en las representaciones religiosas. Las lecciones de la Virgen al Niño Jesús, como ejemplo de madre aleccionadora, siguiendo el papel de Santa Ana y también la representación de la Sagrada Familia. Lo que deducimos de la aparición de San José y San Juanito. En el sentido más común de la expresión, la Sagrada Familia incluye a los parientes más cercanos del Niño Jesús, es decir, madre y abuela o madre y padre nutricio. En ambos casos, tanto si es Santa Ana como San José quien aparece, se trata de un grupo de tres figuras. Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial. Sin embargo, las dificultades son menores. Ya no se trata de un Dios único en tres personas, cuya unidad esencial debe expresarse al mismo tiempo que su diversidad. Los tres personajes están unidos por un vínculo de sangre, ciertamente, pero no constituyen un bloque indivisible. Además, los tres están representados con forma humana, mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomórfico difícil de amalgamar con dos figuras antropomórficas. Formalmente, esta obra está dominada por la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del Barroco italiano, junto con el naturalismo de Caravaggio. Así, las figuras son monumentales, con rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada basada en los cánones clásicos. La retórica de los gestos, teatral y elocuente, claramente barroca, es también típica del clasicismo italiano del siglo XVII. También hay que destacar la importancia del aspecto cromático, muy cuidado, entonado y equilibrado, centrado en tonos básicos de rojo, ocre y azul. También es típica de esta escuela del clasicismo barroco la forma en que está compuesta la escena, con un ritmo circular y cerrada por un lado mientras se abre al paisaje por el otro. Sin embargo, a pesar del predominio de lo clásico, hay una cierta influencia del naturalismo, sobre todo en la iluminación. Así, aunque la luz es natural, está dirigida, centrándose en la escena principal y dejando el resto en penumbra, diferenciando así los distintos planos del espacio y centrando la atención del espectador en la escena.

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Escuela italiana, principios del siglo XVIII. "Lección de la Virgen al Niño Jesús". Óleo sobre lienzo. Repintado. Presenta ligeras restauraciones. Medidas: 71,5 x 53 cm. Imagen de carácter devocional en la que se introducen dos acciones recurrentes en las representaciones religiosas. Las lecciones de la Virgen al Niño Jesús, como ejemplo de madre aleccionadora, siguiendo el papel de Santa Ana y también la representación de la Sagrada Familia. Lo que deducimos de la aparición de San José y San Juanito. En el sentido más común de la expresión, la Sagrada Familia incluye a los parientes más cercanos del Niño Jesús, es decir, madre y abuela o madre y padre nutricio. En ambos casos, tanto si es Santa Ana como San José quien aparece, se trata de un grupo de tres figuras. Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial. Sin embargo, las dificultades son menores. Ya no se trata de un Dios único en tres personas, cuya unidad esencial debe expresarse al mismo tiempo que su diversidad. Los tres personajes están unidos por un vínculo de sangre, ciertamente, pero no constituyen un bloque indivisible. Además, los tres están representados con forma humana, mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomórfico difícil de amalgamar con dos figuras antropomórficas. Formalmente, esta obra está dominada por la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del Barroco italiano, junto con el naturalismo de Caravaggio. Así, las figuras son monumentales, con rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada basada en los cánones clásicos. La retórica de los gestos, teatral y elocuente, claramente barroca, es también típica del clasicismo italiano del siglo XVII. También hay que destacar la importancia del aspecto cromático, muy cuidado, entonado y equilibrado, centrado en tonos básicos de rojo, ocre y azul. También es típica de esta escuela del clasicismo barroco la forma en que está compuesta la escena, con un ritmo circular y cerrada por un lado mientras se abre al paisaje por el otro. Sin embargo, a pesar del predominio de lo clásico, hay una cierta influencia del naturalismo, sobre todo en la iluminación. Así, aunque la luz es natural, está dirigida, centrándose en la escena principal y dejando el resto en penumbra, diferenciando así los distintos planos del espacio y centrando la atención del espectador en la escena.

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