Null Heruka Chakrasamvara y Vajrayogini; Tíbet, siglo XIX. 

Bronce cincelado y …
Descripción

Heruka Chakrasamvara y Vajrayogini; Tíbet, siglo XIX. Bronce cincelado y esmaltado. Medidas: 21 x 15,5 x 10 cm. Chakrasamvara representa el principio masculino o dicha o "método correcto", mientras que Vajravarahi, también llamada Dakini y Vajrayogini representa el vacío, la sabiduría y la luz clara. Durante la meditación tántrica, la unión de estos dos principios se utiliza para generar estados mentales iluminados. Chakrasamvara, la manifestación tántrica de Buda Shakyamuni, encarna la unión del método y la sabiduría (dicha y vacío); abrazando a su consorte Vajrayogini, se le representa con 4 caras que simbolizan las cuatro actividades iluminadas: pacificar, enriquecer, magnetizar y destruir. La compleja iconografía de esta divinidad, supuso un reto para los artesanos haciendo que sólo los mejores talleres artísticos reprodujeran la figura de Chakrasamvara, siendo los de Newari de Nepal los más apreciados. En este caso concreto la pieza presenta una evidente calidad técnica que se resuelve en una gran expresividad y dureza de los rasgos. Es este estilo el que indica que se trata de una escultura tibetana, que optó por este tipo de representaciones, frente a otras de carácter más amable procedentes de otros centros artísticos.

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Heruka Chakrasamvara y Vajrayogini; Tíbet, siglo XIX. Bronce cincelado y esmaltado. Medidas: 21 x 15,5 x 10 cm. Chakrasamvara representa el principio masculino o dicha o "método correcto", mientras que Vajravarahi, también llamada Dakini y Vajrayogini representa el vacío, la sabiduría y la luz clara. Durante la meditación tántrica, la unión de estos dos principios se utiliza para generar estados mentales iluminados. Chakrasamvara, la manifestación tántrica de Buda Shakyamuni, encarna la unión del método y la sabiduría (dicha y vacío); abrazando a su consorte Vajrayogini, se le representa con 4 caras que simbolizan las cuatro actividades iluminadas: pacificar, enriquecer, magnetizar y destruir. La compleja iconografía de esta divinidad, supuso un reto para los artesanos haciendo que sólo los mejores talleres artísticos reprodujeran la figura de Chakrasamvara, siendo los de Newari de Nepal los más apreciados. En este caso concreto la pieza presenta una evidente calidad técnica que se resuelve en una gran expresividad y dureza de los rasgos. Es este estilo el que indica que se trata de una escultura tibetana, que optó por este tipo de representaciones, frente a otras de carácter más amable procedentes de otros centros artísticos.

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