Bandeja decorativa del artista J. Pérez Fernández. Madrid Villa y Corte, ca. 1926. "Invasión de los bárbaros". Plata. Con punzones. Presenta restauración. Peso: 1,22 kgr Medidas: 42 x 60 cm. Se trata de una placa decorativa plateada, trabajada con la técnica del "schiacciato", un sistema de modelado del relieve escultórico utilizado por los romanos y perfeccionado en el siglo XV por Donatello, que consiste en reducir proporcionalmente el volumen del relieve en función de la profundidad que se desea representar. Esta técnica escultórica permite crear un bajorrelieve con una variación mínima (a veces denominada milímetros) con respecto al fondo. Para dar al espectador la ilusión de profundidad, la disminución gradual del grosor se complementa con la aplicación rigurosa de las leyes de la perspectiva, lo que potencia el efecto visual. Así, mientras que los personajes del primer plano sobresalen mucho, trabajados en altorrelieve, las escaleras y los adoquines del fondo se elevan mucho menos, y sus detalles se definen con un cincelado más suave y superficial. En este relieve, es impresionante el nivel de detalle alcanzado por el autor, que consigue definir con precisión la anatomía de los caballos e incluso los pliegues de las telas. La escena central representa el momento en que un grupo de bárbaros, liderados por el primero que se adelanta al resto del grupo, entra violentamente en un importante edificio clásico, como indican las majestuosas escaleras del fondo. Lo más probable es que los hechos transcurran entre los siglos IV y XVI, periodo histórico caracterizado por la migración de pueblos bárbaros, llamados así por los europeos porque eran extranjeros y no hablaban la lengua común, es decir, el latín o el griego. Los protagonistas han sido realizados con gran detalle, presentando sus cuerpos únicamente cubiertos por túnicas que cuelgan, lo que permite ver su torso desnudo. Destaca la postura violenta de los bárbaros, que levantan sus lanzas mostrando su ira y valentía, y se giran en variadas y contorsionadas posturas, configurando así una escena dinámica y llena de vitalidad que transmite al espectador la tensión del momento. El artista de la pieza opta por no encuadrar el acontecimiento, haciendo un guiño al espectador, ya que se presentan caballos cortados por el marco de la lámina, que se acercan por detrás y aluden a las grandes dimensiones que presentaban los ejércitos bárbaros en su época, insinuando así la fuerza que significaban. Alrededor de la escena central hay decoración en tres registros. El primero de ellos muestra una moldura configurada a partir de la repetición de pequeñas esferas, que dividen el acto central de una cenefa en la que se representan una serie de bajorrelieves a base de roleos y acantos. Este mismo esquema se repite en el tercero de los registros, de mayor anchura, que presenta un medallón central con el título de la escena. Presenta restauración.