Null Pequeño trono de Tutankamón Renacimiento egipcio. París, hacia 1920.

Mader…
Descripción

Pequeño trono de Tutankamón Renacimiento egipcio. París, hacia 1920. Madera de palisandro. Medidas: 49,5 x 25,5 x 24,5 cm. El respaldo calado de esta silla se distingue por la representación del dios Heh arrodillado sobre el signo que representa el oro. En su mano sostiene el tallo de la palma. A su alrededor y a lo largo de todo el armazón de la silla están inscritos los títulos del gobernante. En los cartuchos de jeroglíficos se indica el nombre de Tut. La campaña de Napoleón en Egipto en 1798 fue el punto de partida de la egiptomanía que dominaría el arte francés a principios del siglo XIX. El futuro emperador y sus tropas pudieron contemplar de primera mano los grandes templos, las esculturas monumentales y las pirámides, pero los principales artífices de la difusión de estas imágenes fueron los artistas que acompañaban a las tropas, y que se dedicaron a realizar bocetos y acuarelas de los distintos paisajes. Cuando estas obras llegaron a Francia, se grabaron y sirvieron de base para grandes óleos. Gracias a estas imágenes, llegó a Europa un nuevo repertorio iconográfico, basado en el arte egipcio antiguo pero recreado con libertad y fantasía.

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Pequeño trono de Tutankamón Renacimiento egipcio. París, hacia 1920. Madera de palisandro. Medidas: 49,5 x 25,5 x 24,5 cm. El respaldo calado de esta silla se distingue por la representación del dios Heh arrodillado sobre el signo que representa el oro. En su mano sostiene el tallo de la palma. A su alrededor y a lo largo de todo el armazón de la silla están inscritos los títulos del gobernante. En los cartuchos de jeroglíficos se indica el nombre de Tut. La campaña de Napoleón en Egipto en 1798 fue el punto de partida de la egiptomanía que dominaría el arte francés a principios del siglo XIX. El futuro emperador y sus tropas pudieron contemplar de primera mano los grandes templos, las esculturas monumentales y las pirámides, pero los principales artífices de la difusión de estas imágenes fueron los artistas que acompañaban a las tropas, y que se dedicaron a realizar bocetos y acuarelas de los distintos paisajes. Cuando estas obras llegaron a Francia, se grabaron y sirvieron de base para grandes óleos. Gracias a estas imágenes, llegó a Europa un nuevo repertorio iconográfico, basado en el arte egipcio antiguo pero recreado con libertad y fantasía.

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