Domenico Purificato
(1915 - 1984)
L'INCONTRO DE SU MOJE
Tinta china sobre cartón…
Descripción

Domenico Purificato (1915 - 1984) L'INCONTRO DE SU MOJE Tinta china sobre cartón, 71x50 cm firma y título

Domenico Purificato (1915 - 1984) L'INCONTRO DE SU MOJE Tinta china sobre cartón, 71x50 cm firma y título

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Escuela italiana; siglo XVI. "San Francisco y Santo Domingo de Guzmán". Óleo sobre tabla. Medidas: 45,5 x 34 cm; 47 x 34 cm. Pareja de tablas en las que se aprecia el busto de un santo en ambos casos. Tanto el formato, como la composición y la técnica de cada una de las obras indican que en origen ambas formaban parte de un ciclo mayor donde seguramente estaban representados otros santos. Este tema refleja la armonía existente entre franciscanos y dominicos, basada en el encuentro de estos dos santos, en el que Santo Domingo pronunció estas palabras: "Los dos tenemos que colaborar estrechamente para conseguir el Reino de Dios". De hecho, desde hace siglos existe la costumbre de que cada año, en la fiesta de San Francisco, los padres dominicos acuden a los conventos franciscanos para celebrar con ellos la fiesta, y en la fiesta de Santo Domingo los padres franciscanos acuden a los conventos dominicos. Según la historia, Santo Domingo, en Roma, pidiendo al Papa que aprobara la fundación de su Orden, tuvo un éxtasis: vio a Cristo suspendido en el aire y en actitud de arrojar tres lanzas que tenía en la mano sobre el mundo a causa de la corrupción que reinaba en la tierra. La Virgen María, al ver a su hijo en tal estado, exclamó: "Hijo mío, ¿qué vas a hacer? Ten compasión de la humanidad. Voy a proporcionarte dos siervos fieles que lucharán por someter el mundo a tu voluntad'. La Virgen presentó a Cristo a Domingo de Guzmán y a Francisco de Asís, y él dijo: "Estos sí que son siervos míos. Estoy seguro de que pondrán gran empeño en hacer lo que has dicho Madre'. Al día siguiente de la visión y mientras Domingo estaba en la iglesia de Roma, se encontró con Francisco en misa. Los dos se abrazaron y besaron, y Domingo le dijo: 'Tú eres mi compañero; conmigo viajarás por el mundo. Establezcamos entre nosotros un compromiso de colaboración. Con la economía del Estado quebrada, la nobleza en decadencia y el alto clero agobiado por los pesados impuestos, fueron los monasterios, las parroquias y las cofradías de clérigos y laicos quienes promovieron su desarrollo, y las obras se financiaron a veces por suscripción popular. La pintura se vio así obligada a plasmar los ideales imperantes en estos ambientes, que no eran otros que los religiosos, en una época en la que se exigía al arte un lenguaje realista para que los fieles comprendieran y se identificaran con lo representado, y una expresión dotada de un intenso contenido emocional para aumentar el fervor y la devoción del pueblo. El tema religioso es, por tanto, el más recurrente.