Null Manuel Ruiz Ortega (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1951)
Gallinas de corral. …
Descripción

Manuel Ruiz Ortega (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1951) Gallinas de corral. Óleo sobre tabla. Firmado. 24 x 89 cm. Sin enmarcar.

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Manuel Ruiz Ortega (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1951) Gallinas de corral. Óleo sobre tabla. Firmado. 24 x 89 cm. Sin enmarcar.

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JOSE MONTENEGRO CAPELL (Cádiz, 1865 - Jerez de la Frontera, Cádiz, 1929). "Vista de la Giralda desde el patio de los naranjos", 1890. Óleo sobre lienzo. Tiene un marco del siglo XIX con faltas. Firmado y fechado en la esquina inferior derecha. Medidas: 72,5 x 51 cm; 98,5 x 77 cm (marco). José Montenegro nació en Cádiz, siendo un misterio su formación, los contactos que mantuvo con otros artistas o el año exacto en que llegó a Jerez. Su vida está rodeada de un halo de leyenda, y de hecho el pueblo ha inventado mil historias en torno a su figura, considerándole un nuevo Velázquez. Centró su producción en el paisaje costumbrista andaluz, con especial atención a las arquitecturas hispanomusulmanas, tomando sus modelos principalmente de Cádiz, Jerez y Sevilla. Su estilo muestra cierta influencia de la llamada Escuela de Roma, aunque con un marcado acento regionalista. Montenegro llegó a Jerez atraído por las posibilidades de trabajo que se le abrían en un lugar próspero y lleno de burguesía enriquecida por el comercio del vino. Sin embargo, pronto se convertiría en un auténtico exponente de la bohemia local de principios del siglo XX. Eternamente borracho y vestido de negro, vendía cuadros a precios muy bajos para poder comprar alcohol y algo de comida. Finalmente murió en el Hospital Santa Isabel de Cádiz en 1929, debido a un problema hepático. En la actualidad, Montenegro está representado en numerosas colecciones privadas, principalmente en Jerez de la Frontera, donde sigue siendo muy apreciado. Tiene un marco del siglo XIX con faltas.

JOSÉ MONTENEGRO CAPELL (Cádiz, 1865 - Jerez de la Frontera, Cádiz, 1929). "Patio de Comares, Alhambra. Óleo sobre tabla. Tiene marco granadino. Firmado y situado en la esquina inferior derecha. Medidas: 21,5 x 14 cm; 34 x 26,5 cm (marco). El orientalismo nació en el siglo XIX como consecuencia del espíritu romántico de evasión en el tiempo y en el espacio. Los primeros orientalistas buscaban reflejar lo perdido, lo inalcanzable, en un viaje dramático destinado desde el principio al fracaso. Como Flaubert en "Salambo", los pintores realizaron retratos detallados de Oriente y de pasados imaginados, recreados al milímetro pero en última instancia desconocidos e idealizados. Durante la segunda mitad del siglo XIX, sin embargo, muchos de los pintores que viajaron a Oriente Próximo en busca de esa realidad inventada descubrieron un país diferente y nuevo, que destacaba con sus peculiaridades por encima de los tópicos y prejuicios de los europeos. Así, esta nueva escuela orientalista deja atrás las bellas odaliscas, los harenes y los mercados de esclavos para pintar nada más que lo que ven, el Oriente real en toda su dimensión cotidiana. Junto con el cambio de visión se produce un cambio técnico y formal; como ya no se trata de recrear un mundo imaginado con todos sus detalles, la pincelada adquiere fluidez impresionista, y los artistas se centran no tanto en la representación de los tipos y costumbres como en el fiel reflejo de la atmósfera del lugar, de la propia identidad de las poblaciones norteafricanas. José Montenegro nació en Cádiz, y su formación, sus contactos con otros artistas y el año exacto en que llegó a Jerez siguen siendo un misterio. Su vida está rodeada de un halo de leyenda, y de hecho el pueblo ha inventado mil historias en torno a su figura, considerándole un nuevo Velázquez. Centró su producción en el paisaje costumbrista andaluz, con especial atención a las arquitecturas hispanomusulmanas, tomando sus modelos principalmente de Cádiz, Jerez y Sevilla. Su estilo muestra cierta influencia de la llamada Escuela de Roma, aunque con un marcado acento regionalista. Montenegro llegó a Jerez atraído por las posibilidades de trabajo que se le abrían en un lugar próspero y lleno de burguesía enriquecida por el comercio del vino. Sin embargo, pronto se convertiría en un auténtico exponente de la bohemia local de principios del siglo XX. Eternamente borracho y vestido de negro, vendía cuadros a precios muy bajos para poder comprar alcohol y algo de comida. Finalmente murió en el Hospital Santa Isabel de Cádiz en 1929, debido a un problema hepático. En la actualidad, Montenegro está representado en numerosas colecciones privadas, principalmente en Jerez de la Frontera, donde sigue siendo muy apreciado.