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Descripción

Ferdinand Loyen DU PUIGAUDEAU (1864-1930) Paisaje de Brière en invierno Óleo sobre lienzo firmado abajo a la izquierda y fechado 17 80 x 100 cm

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Ferdinand Loyen DU PUIGAUDEAU (1864-1930) Paisaje de Brière en invierno Óleo sobre lienzo firmado abajo a la izquierda y fechado 17 80 x 100 cm

Valoración 12 000 - 15 000 EUR

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Subasta el sábado 20 jul : 14:00 (CEST)
brest, Francia
Thierry - Lannon & Associés
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Ferdinand Loyen DU PUIGAUDEAU (1864-1930) Feria de Pont-Aven" (1900) Óleo sobre lienzo firmado y fechado abajo a la izquierda 50 x 65 cm Procedencia : - Colección privada, Francia, adquirido en 1997 a Sotheby's Nueva York - Colección Hilde Gerst, Nueva York, adquirida en 2007 en Christie's New York - Colección privada, Francia, adquirida en 2012 en Estados Unidos - Colección privada, Bretaña, desde entonces Exposición : - "Les peintres de Pont-Aven autour de Gauguin", Château de Malmaison, Rueil-Malmaison, del 12 de enero al 8 de abril de 2013, ilustrada en la página 71 del catálogo de la exposición Entre los artistas que forjaron la reputación de la Escuela de Pont-Aven, Fernand Loyen du Puigaudeau ocupa un lugar original y precioso, el de un pintor que llevó las lecciones del luminismo a su apogeo. Amigo íntimo de Paul Gauguin desde 1886, se le propuso acompañarle en 1887 con Charles Laval a Panamá, pero las obligaciones del servicio militar le impidieron partir. Todavía cercano a Gauguin en el momento de la invención del Sintetismo en 1888, Puigaudeau pudo liberarse de su influencia y desarrollar una visión independiente desarrollando un gusto muy seguro por los efectos cromáticos del espectro solar. Varias estancias importantes en Pont-Aven, sobre todo entre 1895 y 1898, le permitieron interesarse por las reuniones festivas que animaban la ciudad. Al describir los parques de atracciones, con sus tiovivos y sus farolillos mágicos, Puigaudeau supo expresar la alegría que embargaba a toda una parte de los habitantes de la ciudad. En esta composición de gran formato, el pintor sublima el alegre bullicio de la plaza infundiéndole una vivacidad cromática perfectamente sintonizada. Las pinceladas, extraordinariamente móviles, parecen oscilar entre el impresionismo y el divisionismo, al tiempo que resaltan el brillo de los tocados, el follaje y las grandes cabalgatas. La luz es omnipresente, extendiéndose por toda la superficie del lienzo, y encuentra una magnífica aplicación en el tratamiento del suelo de tierra, dominado por los amarillos anaranjados salpicados de manchas blancas o azules. Ya en 1897, Edgar Degas había reconocido la originalidad del pintor al comprarle una obra sobre un tema festivo bretón, un castillo de fuegos artificiales. Unos años más tarde, Puigaudeau concluye este ciclo bretón pintando una de sus obras maestras sobre este gran tema de feria.