QUAGLINO MASSIMO
Refrancore (AT) 1899 - 1982 Turín
"Cherasco"
21x28 técnica mixt…
Descripción

QUAGLINO MASSIMO Refrancore (AT) 1899 - 1982 Turín "Cherasco" 21x28 técnica mixta sobre papel Obra firmada abajo a la derecha, titulada abajo a la izquierda

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QUAGLINO MASSIMO

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GODOFREDO ORTEGA MUÑOZ (San Vicente de Alcántara, Badajoz, 1899 - Madrid, 1982). "Paisaje del Lago Mayor", ca.1920. Óleo sobre cartón. Procedencia: -Colección privada, Massimo Uccelli, Italia. Heredado de sus abuelos, a su vez, lo recibió del pintor mientras vivía en su casa de Via Antonio Rosmini, en Stresa, cerca del lago Mayor (Italia). -Colección privada, Turín. Con certificado de la Fundación Ortega Muñoz. Con permiso de exportación de Italia y España. Medidas: 34 x 43 cm. Ortega Muñoz inmortaliza en este cuadro una amplia panorámica del idílico paisaje montañoso del lago Maggiore, perfilado al fondo por las motañas azuladas de las cumbres nevadas. Ortega vivió en esta zona del norte de Italia, próxima a la frontera suiza, por lo que la retrató en numerosas ocasiones, mostrando un gran manejo de las tonalidades y luces de esta gélida región. Ortega, heredero de la escuela de Vallecas, priorizó a menudo este tipo de paisajes descarnados, realistas pero alejados de lo académico, un espacio solitario con el que buscaba despertar las emociones del espectador. Ortega Muñoz fue uno de los grandes creadores del paisaje español contemporáneo. Se inició en el arte siendo aún un niño, de forma autodidacta, y a pesar de los consejos de su padre, en 1919, con veinte años, decide trasladarse a Madrid para dedicarse a la pintura. Allí se dedicará desde el primer momento a realizar copias de los grandes maestros en el Museo del Prado y en el antiguo Museo de Arte Moderno. Continúa su formación autodidacta y comienza a pintar al aire libre en los alrededores de la Dehesa de la Villa, acompañado de otros jóvenes artistas como el filipino Fernando Amorsolo. Un año más tarde decidió trasladarse a París, donde conoció a su amigo de toda la vida, el poeta Gil Bel. En París también conoció la obra de Van Gogh, Gauguin y Cézanne, pero al mismo tiempo experimentó la crisis formal e ideológica que se estaba gestando en este periodo de entreguerras, lo que le llevaría a abandonar Francia para viajar al sur, a Italia, donde encontraría en los maestros del pasado valores más auténticos de espiritualidad, sencillez y pureza. Ortega Muñoz recorrerá Italia de norte a sur entre 1921 y 1922, y en Lago Maggiore conoce al pintor inglés Edward Rowley Smart, con quien pasará un breve periodo de aprendizaje. Con él Ortega Muñoz llega a la conclusión de que, frente a la aparente sinrazón del arte contemporáneo, es necesario volver a la naturaleza y retornar a son la autenticidad de las verdades espirituales y de las emociones sencillas. En 1926 regresa a España, donde protagoniza una de las excursiones fundacionales de la Escuela de Vallecas. Poco después, en 1927, realiza su primera exposición en el Círculo Mercantil de Zaragoza. Vuelve a salir de España, y esta vez viaja por Centroeuropa, pasando por Zurich, Bruselas y varias ciudades alemanas. En 1928, en Worpswede, entra en contacto con una colonia de artistas de lenguaje expresionista, interesados por el paisaje y la vida campesina, como reacción contra los sofisticados artificios y refinamientos de las vanguardias. Notablemente influido por su experiencia en Worpswede, Ortega Muñoz regresa a Francia en 1928, y entre 1930 y 1933 continúa viajando entre Centroeuropa y el norte de Italia; finalmente llega a El Cairo en 1933, fecha en la que sus habilidades como retratista le han proporcionado un cómodo tren de vida e importantes contactos. Expone en Alejandría con un enorme éxito, lo que le llevará a repetir la experiencia un año después, presentando una exposición casi antológica en la que ya se aprecia su amor por la naturaleza, el equilibrio entre color y humor, y la atmósfera de quietud y tristeza característica de su lenguaje. En 1935 regresa a España y al año siguiente presenta una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Sin embargo, la Guerra Civil le obliga a abandonar España; tras la contienda regresa a su ciudad natal, reencontrándose por fin con la extensión silenciosa y solitaria de su paisaje y con la realidad cercana de ese mundo que siente como auténticamente suyo.

RAMÓN PARADA JUSTEL (Esgos, Orense, 1871-1902). "Bodegón frente al puerto". Óleo sobre cobre. Firmado en la esquina superior derecha. Medidas: 16 x 24 cm; 42 x 47 cm (marco). El artista representa un bodegón compuesto por mariscos, entre los que se observa la presencia de peces, pulpos, langostas o conchas. Dispuesto estratégicamente en primer plano, el bodegón se sitúa frente a un puerto marítimo, recurso utilizado por Parada para dotar de narratividad a la escena. Así, frente al bodegón en primer plano se extiende una escena profunda, abierta por el lado izquierdo en una vasta extensión de agua, mientras que en el lado derecho aparecen altas colinas coronadas por un edificio que bien podría ser un castillo, a juzgar por sus avenidas. De este modo, Parada Justel reinterpreta el género del bodegón, adaptándolo al medio marino, buscando la máxima armonía entre los alimentos representados. Destaca también el cuenco de cobre situado en la parte inferior derecha de la composición, elemento que permite al artista recrear los diferentes materiales, con especial interés en la tonalidad y brillo del metal. De este modo, nos encontramos ante una obra de pequeño formato de uno de los artistas más significativos de la plástica ourensana, una personalidad tremendamente relevante de la transición artística gallega del siglo XIX al XX. Ramón Parada Justel se formó en la Escuela de San Fernando de Madrid, donde la impronta de Carlos de Haes definiría su evolución. Amplió sus referencias estéticas en Roma, adonde viajó gracias a una beca de la Diputación de Orense. Su corta vida transcurrió entre su tierra natal y Madrid. Participó en varias Exposiciones Nacionales y obtuvo medallas de tercera clase en dos ocasiones, 1899 y 1901. Se inscribe en el eclecticismo, adoptando las más diversas técnicas y temas, estilo que comparte con pintores gallegos de su generación como Jenaro Carrero o Joaquín Vaamonde. Justel será, junto a estos autores, uno de los integrantes de la mítica Xeración Doente, denominación impulsada por Bello Piñeiro para definir al grupo de pintores que vivieron durante las tres últimas décadas del siglo XIX y que se convirtieron en nexo de unión entre la tradición pictórica del XIX y la renovación artística que llegaría con el nuevo siglo. Su interés por el paisaje será una constante, evolucionando del academicismo a un estilo libre y espontáneo, producto de la captación directa de la naturaleza. Sus manchas de color denotan un ligero empaste y una pincelada instintiva. Capta los efectos lumínicos que construyen los diferentes planos de profundidad. Solía pintar los alrededores de Madrid. También practicó el género orientalista, el desnudo y el retrato. Recibió el encargo de decorar el altar de San Antonio de Padua en la catedral de Orense. Justel murió de tuberculosis, la misma enfermedad que mató a otros importantes pintores como Jenaro Carrero Fernández, Ovidio Murguía de Castro y Joaquín Vaamonde Cornide. Está representado en el Museo Arqueológico de Orense.