Null SEGÚN CARLO DOLCI
Mater dolorosa o Virgen del dedo . Pintura Antigua . Óleo…
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SEGÚN CARLO DOLCI Mater dolorosa o Virgen del dedo . Pintura Antigua . Óleo sobre cobre. Medidas: 28 x 22 cm

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SEGÚN CARLO DOLCI Mater dolorosa o Virgen del dedo . Pintura Antigua . Óleo sobre cobre. Medidas: 28 x 22 cm

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FRANCISCO ANTONIO VALLEJO (1722-1785). "Dolorosa", 1783. Óleo sobre cobre. Firmado y fechado. Medidas: 56,5 x 46 cm. La Virgen de los Dolores o la Dolorosa fue un tema muy del gusto de la devoción popular, que gozará de una gran difusión sobre todo en las obras destinadas a capillas y altares particulares. El tema suele representarse como vemos aquí, con la Virgen sola en primer plano, en un ambiente oscuro e indefinido, con un indudable carácter dramático. Aunque es una fórmula compositiva que veremos muy desarrollada en el barroco naturalista, aquí responde todavía a un sentido puramente iconográfico, y de hecho deriva de modelos flamencos, de gran peso en la escuela española ya en el siglo XVI. Por otra parte, la forma de componer la imagen presenta una figura grande y monumental. La devoción a los dolores de la Virgen hunde sus raíces en la época medieval, y fue especialmente difundida por la orden de los Servitas, fundada en 1233. Son muchas y variadas las representaciones iconográficas que tienen como tema central a la Virgen María en su aspecto Doloroso, siendo la primera de ellas en la que aparece junto al Niño Jesús, que duerme ajeno al futuro de sufrimiento que le espera. En estas obras suele estar presente la cruz, símbolo principal de la Pasión, abrazada incluso por el Niño, mientras María lo observa con expresión patética. Otro aspecto es el que forma parte de la Piedad, similar al anterior, aunque su Hijo está aquí muerto, no dormido, representado como adulto y después de su crucifixión. En las representaciones más antiguas de este tema, el cuerpo de Cristo aparece desproporcionadamente pequeño, como símbolo del recuerdo que la madre tiene de la infancia de su Hijo, cuando lo contemplaba dormido en su regazo.

Escuela granadina; segunda mitad del siglo XVII. Madera tallada y policromada. Presenta repintes y restauración en la nariz de la Virgen. Medidas: 39 x 34 x 26,5 cm: 47 x 33 x 30 cm (base). La iconografía de la Piedad surge de una evolución gradual de cinco siglos y, según Panofsky, deriva del tema del Threnos bizantino, el lamento de la Virgen por el cuerpo muerto de Jesús, así como de la Virgen de la Humildad. Los primeros artistas que vieron las posibilidades de este tema fueron escultores alemanes; el primer ejemplo que se conserva se encuentra en la ciudad de Coburgo, una pieza de hacia 1320. Con el tiempo, la iconografía se extendió por toda Europa, y en el siglo XVII, tras la Contrarreforma, se había convertido en uno de los temas más importantes de la pintura devocional. Se trata de una talla policromada en madera redondeada que representa el tema de la Piedad: la Virgen sentada con Cristo muerto en su regazo, un tema de profundo dramatismo no sólo por el tema en sí, sino también porque su composición evoca imágenes de la Virgen con el Niño Jesús en su regazo. Iconográficamente, la Piedad es un tema que se ha repetido muchas veces en la historia del arte, sobre todo a partir del Renacimiento. Se trata de una imagen tomada de la Pasión, en la que aparece una Virgen María dolorosa que sostiene el cuerpo muerto de su hijo. En realidad, es una representación plástica del dolor de María ante la verdad de su hijo muerto, y de hecho de este tema derivarían las representaciones de la Dolorosa, en las que sólo aparece la Virgen. Estilísticamente, es evidente que la presente obra está fuertemente influenciada por los modelos barrocos del siglo XVII de la escuela granadina, y no sólo en la iconografía, sino también en el modelo elegido como influencia para la misma, en la decoración de los ropajes, en el colorido, en los rasgos del rostro, etc. La escuela granadina, muy influida por el Renacimiento, contó con grandes figuras como Pablo de Rojas, Juan Martínez Montañés (que se formó en la ciudad con el primero), Alonso de Mena, Alonso Cano, Pedro de Mena, Bernardo de Mora, Pedro Roldán, Torcuato Ruiz del Peral, etc. En general, la escuela no descuida la belleza de las imágenes y también sigue el naturalismo, como era habitual en la época, pero siempre destacaría la intimidad y el recogimiento en imágenes delicadas que se asemejarían un poco al resto de las escuelas andaluzas en otra serie de detalles pero que no suelen tener la monumentalidad de las sevillanas. La obra puede inscribirse, concretamente, en el círculo estilístico del taller Mora (José y Diego). Éste fue uno de los talleres más importantes de Granada en el siglo XVII. El legado artístico de esta familia de imagineros, que abarcó desde el último tercio del siglo XVII hasta la segunda mitad del XVIII, supuso un hito en la escuela granadina. Influido tanto por la obra de Alonso Cano como por la de Pedro de Mena, su influencia le llevó a crear un estilo muy personal y característico.