François GÉRARD (1770-1837). L.S., 18 de agosto, a un "viejo camarada"; la carta está escrita por su alumna y colaboradora Marie-Éléonore Godefroid; 1 1/2 páginas en-4. Se siente conmovido por la carta de su corresponsal: "Usted puede juzgar mejor que nadie, señor, del valor que debo conceder a su voto, al que tanto valen el talento y el gusto más practicado y puro. Me considero afortunado de poder beneficiarme de su útil crítica. Necesito creer que un día volveré a nuestra querida Italia. Es un deseo y una esperanza que no puedo abandonar. Desgraciadamente, sólo veo muy lejano el momento en que podré disfrutar de las Artes en esta tierra prometida, en medio de una sociedad que sabe apreciarlas tan bien. Me resulta imposible juzgar cuándo la labor que se me ha encomendado, y que apenas ha comenzado, me permitirá hacer realidad tan preciados proyectos. Lo que puedo decir con certeza es que la ventaja de encontrarte en Roma no es la menor de las que me propongo obtener de este feliz viaje"...