SCHWARTZ - LABORATOIRES GUSTAVE EIFFEL

HELIX AÉREA Madera moldeada. Firmado Schwartz. Marca grabada: LABO EIFFEL. Numerada U. 120 P. 63. Reloj de metal añadido en el centro. Altura. 60,5 cm; Anchura. 7,5 cm; Profundidad. 5,5 cm. A principios del siglo XX, Gustave Eiffel estaba fascinado por la incipiente industria aeronáutica. La torre, diseñada para la Exposición Universal de 1889, aún no contaba con la aprobación unánime. Para demostrar que era algo más que una atracción turística, Gustave Eiffel, que se jubiló en 1893, la utilizó con fines científicos. Tras instalar un laboratorio meteorológico en la cima en 1898, experimenta a dejar caer diversos objetos por un cable desde el segundo piso, con el fin de estudiar la resistencia del aire, con la que había tropezado a lo largo de su carrera. En 1909, a la edad de 77 años, hizo construir al pie de la torre un modesto laboratorio que albergaba un pequeño túnel de viento destinado a estudiar el efecto del viento sobre puntos fijos más precisos. Pero el Ayuntamiento se hizo con la concesión de la torre. Su túnel de viento tuvo que desaparecer. Así que en 1912 hizo construir, a sus expensas, el laboratorio de ensayos aerodinámicos más antiguo aún en funcionamiento, el Laboratorio Gustave Eiffel, en el barrio parisino de Auteuil, en la rue Boileau. Bajo un hangar con armazón de acero, un impresionante túnel de viento de 23 metros de largo, equipado con un motor eléctrico y equipos de control y medición, sirve para estudiar el movimiento entre un objeto y el aire. Los experimentos pueden realizarse fácilmente en el interior, sin poner en peligro a los pioneros de la aviación. Además de la aeronáutica, este laboratorio ha permitido importantes avances en numerosos campos, contribuirá a establecer las reglas de la aerodinámica y, gracias a sus ensayos aerodinámicos, será de inmensa utilidad en numerosos campos: aeronáutica, automóvil, construcción, barcos, centrales térmicas, puentes y radares. El túnel de viento Eiffel es un monumento histórico protegido.