VIRREINATO DE PERÚ, PP. SIGLO XVIIILa flota Eucarística Óleo sobre lienzo. 126 x…
Descripción

VIRREINATO DE PERÚ, PP. SIGLO XVIIILa flota Eucarística

Óleo sobre lienzo. 126 x 250 cm. PROCEDENCIA: Antigua colección Boza Vega León, por herencia a Guillermo Boza Vega León, Lima (hasta 1986). Colección de Francisco de Antequera y Arce, Embajador de España en Ecuador (Quito y Buenos Aires, 1986- 2003). Colección particular de Buenos Aires (2003- actual). EXPOSICIONES Museu Nacional d"Art de Catalunya (Mayo 25 -Agosto 15, 2004), Perú; Indígena y Virreinal,Barcelona, Madrid, Biblioteca Nacional (Octubre 22, 2004-Enero 9, 2005), Perú; Indígena y Virreinal,Barcelona. Washington, D.C., National Geographic Museum at Explorers Hall (Feb. 25 - Mayo 30, 2005), Perú; Indígena y Virreinal,Barcelona. BIBLIOGRAFÍA: Autores Varios: Perú Indígena y Virreinal Sociedad Estatal para la acción cultural exterior,SEACEX, 2004, p. 232, fig. 239 (ilustrado). Ver: file:///C:/Users/USUARIO/Downloads/Peruindigenayvirreinal_b2.pdf López de Guzmán, Rafael: Religiosidad andaluza en América, repertorio iconográfico, Granada, 2017, p. 19, fig.7 (ilustrado). (Ver: https://editorial.ugr.es/media/ugr/files/sample-136781.pdf El uso simbólico del barco o nave en relación con la Iglesia se remonta a los primeros tiempos de la cristiandad, tanto en la literatura como en el arte. La "Nave de la Iglesia", guiada por San Pedro o Jesucristo y con figuras destacadas como la Virgen María o Salomón a bordo, se menciona en Proverbios 30:14: "Navis institoris de longe portans panem suum" (es como nave de mercader trae su pan de lejos). Este símbolo justifica la misión ecuménica de la Iglesia y la difusión del cristianismo a través de un viaje que abarca nuevos territorios. La Nave de la Iglesia también representa otras simbologías religiosas y morales, como la regeneración tras el diluvio universal y la protección divina en enfrentamientos contra infieles, ejemplificada por la Virgen del Rosario en la batalla naval de Lepanto, quien es considerada patrona de la Marina Española. Estas metáforas se reflejan en el arte, especialmente en la “Nave Eucarística”, apoyada por los Proverbios de Salomón. La Sagrada Forma se convierte en una mercancía espiritual, simbolizando su exportación a nuevas tierras durante la catequización de los indígenas. Los galeones de la Carrera de Indias, normalmente dirigidos por mandos militares, están bajo la protección de advocaciones marianas como la Virgen del Rosario, figuras cristológicas o santos específicos según las devociones de los comitentes. El esquema de transporte y tráfico marítimo quedó definitivamente diseñado a partir de 1566, organizándose a través de dos flotas anuales, la de Nueva España y la de Tierra Firme. Los Galeones de Tierra Firme, uniendo España con el virreinato del Perú, combinaban un convoy de barcos mercantes con la Armada de la Guarda de la Carrera de Indias para la protección militar. Esta estructura se diferenciaba de las Flotas de Nueva España, que enlazaban España con el virreinato de México y, a la ida, solo contaban con dos galeones de guerra para su protección, beneficiándose en el regreso de la escolta de la Armada al encontrarse en aguas de Cuba. La ruta de ambas flotas comenzaba en Andalucía, con paradas en Canarias antes de atravesar el Atlántico hacia el Caribe. Los Galeones de Tierra Firme, cargados de plata peruana, intercambiaban productos que la Flota Peruana traía desde Lima, poniendo en contacto la metrópoli con la capital virreinal y los productos generados en este territorio. Tenían como puntos clave Cartagena de Indias y Portobelo, mientras que las Flotas de Nueva España, transportando productos europeos y coloniales, llegaban a Veracruz y realizaban intercambios en las ferias de Veracruz y Jalapa. A lo largo de los siglos XVII y XVIII, ambas flotas enfrentaron desafíos como tormentas, ataques enemigos y cambios en las rutas comerciales. Los Galeones de Tierra Firme fueron reemplazados por el sistema de registros sueltos en 1739, mientras que las Flotas de Nueva España perduraron hasta 1789, simbolizando una era de la historia naval española. Cada una de estas flotas estaba dirigida por un Capitán General (al mando de la nave Capitana que encabezaba la travesía) y un Almirante (al mando de la nave Almiranta que cerraba la flota). Además de otras naves de guerra, el centro de la flota estaba ocupado por barcos mercantes, que, protegidos, realizaban la travesía atlántica. Esta espectacular pintura es un extraordinario documento que describe tanto el viaje alegórico de la Iglesia Católica como el viaje de la cristiandad hacia el Nuevo Mundo, dentro del contexto del cruce espiritual del sujeto hacia el puerto de la salvación. El proceso de conocimiento y ocupación territorial en América estuvo marcado por dos proyectos paralelos: por un lado, el objetivo de la monarquía hispana de ampliar sus territorios y, por otro, la expansión evangelizadora de las órdenes religiosas. Tres naves doradas se alzan imponent

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