Null ÉLUARD (Eugène Grindel, conocido como Paul). 
Manuscrito autógrafo firmado …
Descripción

ÉLUARD (Eugène Grindel, conocido como Paul). Manuscrito autógrafo firmado titulado "Temps anciens, temps bénis". Una p. in-8 preparada para la edición con anotaciones en lápiz rojo y grafito (incluida la fecha tachada). Aquí fechado en Vichy, el 14 de julio de 1945 y dedicado al editor José Corti, cercano a los surrealistas, este poema en prosa fue publicado originalmente poco después por el mismo editor en una obra colectiva ilustrada por él, Rêves d'encre. Paul Éluard incluyó la composición en 1946 en la cuarta edición ampliada de su colección Au Rendez-vous allemand. "En el transparente palacio del placer, sólo el ojo de la cerradura era oscuro. Y era por allí por donde los infelices intentaban en vano vislumbrar las maravillas que habían llegado a creer invisibles. El mundo se volvía del revés, la herramienta antes que la mano, la mandíbula antes que la cabeza, el camino antes que la llanura y el trabajo antes que el despertar. Por supuesto, la moral y su tren despreciaban la vida y se negaba alegremente la necesidad de soñar, de conocer o de comer mejor. Pero aún teníamos unas gotas de vino en el agua, unas gotas de esperanza en las venas. Aún no tenía todas las pruebas del odio. El insulto a otro aún no me había partido el corazón en dos...".

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ÉLUARD (Eugène Grindel, conocido como Paul). Manuscrito autógrafo firmado titulado "Temps anciens, temps bénis". Una p. in-8 preparada para la edición con anotaciones en lápiz rojo y grafito (incluida la fecha tachada). Aquí fechado en Vichy, el 14 de julio de 1945 y dedicado al editor José Corti, cercano a los surrealistas, este poema en prosa fue publicado originalmente poco después por el mismo editor en una obra colectiva ilustrada por él, Rêves d'encre. Paul Éluard incluyó la composición en 1946 en la cuarta edición ampliada de su colección Au Rendez-vous allemand. "En el transparente palacio del placer, sólo el ojo de la cerradura era oscuro. Y era por allí por donde los infelices intentaban en vano vislumbrar las maravillas que habían llegado a creer invisibles. El mundo se volvía del revés, la herramienta antes que la mano, la mandíbula antes que la cabeza, el camino antes que la llanura y el trabajo antes que el despertar. Por supuesto, la moral y su tren despreciaban la vida y se negaba alegremente la necesidad de soñar, de conocer o de comer mejor. Pero aún teníamos unas gotas de vino en el agua, unas gotas de esperanza en las venas. Aún no tenía todas las pruebas del odio. El insulto a otro aún no me había partido el corazón en dos...".

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