Null DREYFUS (Affaire). - FRANCIA (Anatole). 
Manuscrito autógrafo. 11 pp. In-4 …
Descripción

DREYFUS (Affaire). - FRANCIA (Anatole). Manuscrito autógrafo. 11 pp. in-4 con numerosos collettes. DISCURSO PRONUNCIADO EN EL SOCIO CONMEMORATIVO DE LA PUBLICACIÓN DU J'ACCUSE D'ÉMILE ZOLA (13 de enero de 1906), organizado por la Ligue des Droits de l'Homme et du Citoyen, seis meses antes de la rehabilitación de Alfred Dreyfus que sería decretada el 12 de julio de 1906 por el Tribunal de Casación. "¡Sí, hablaremos de ello, ciudadanos! [En alusión a la famosa viñeta de Caran d'Ache en la que una cena familiar termina en una pelea a puñetazos sobre el asunto Dreyfus - "Ils en ont parlé"- y en la que Anatole France aparece como el patriarca]. Sí, hablaremos del asunto Dreyfus. Sí, recordaremos con justo orgullo que estuvimos entre los que se llamaban Dreyfusards. Remontémonos a aquel agitado y productivo año de 1897. Hacía tiempo que Bernard Lazare había aportado la primera prueba de la inocencia del hombre condenado en 1894. Un hombre de antigua probidad, Scheurer-Kestner, vicepresidente del Senado, acababa de expresar sus crueles dudas de que no se hubiera cometido un terrible error. Mathieu Dreyfus había aportado pruebas materiales de que el documento atribuido a su hermano era de puño y letra de Esthérazy. Muchas personas en todo el mundo ya eran conscientes del error judicial. Entonces se encontró un gran partido político y religioso para convertir este crimen en un medio de acción y un principio de gobierno... El egoísmo y el miedo gobernaban el país. Eran ministros. Se llamaban Méline y Billot. Algunos buenos ciudadanos denunciaron el crimen y señalaron el peligro. Pero no fueron escuchados. Los culpables contaban con el apoyo de tales fuerzas políticas y secretas que parecía imposible llegar hasta ellos y se desesperaba de arrojar luz sobre la conciencia de un país oscurecido por innumerables mentiras y perturbado por una violencia odiosa. MIENTRAS REINABA EL TERROR, ÉMILE ZOLA DEMOSTRÓ LO QUE PUEDE HACER UN HOMBRE JUSTO E INTRÉPIDO. Lleno de obras, gozando en paz de su genio y de su gloria, hizo el sacrificio de su popularidad, de su tranquilidad, de su trabajo, y se lanzó a la fatiga y al peligro por la justicia y la verdad, para mostrarse un hombre justo y con la esperanza orgullosa de que su país volviera a ser justo y valiente con él...".

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DREYFUS (Affaire). - FRANCIA (Anatole). Manuscrito autógrafo. 11 pp. in-4 con numerosos collettes. DISCURSO PRONUNCIADO EN EL SOCIO CONMEMORATIVO DE LA PUBLICACIÓN DU J'ACCUSE D'ÉMILE ZOLA (13 de enero de 1906), organizado por la Ligue des Droits de l'Homme et du Citoyen, seis meses antes de la rehabilitación de Alfred Dreyfus que sería decretada el 12 de julio de 1906 por el Tribunal de Casación. "¡Sí, hablaremos de ello, ciudadanos! [En alusión a la famosa viñeta de Caran d'Ache en la que una cena familiar termina en una pelea a puñetazos sobre el asunto Dreyfus - "Ils en ont parlé"- y en la que Anatole France aparece como el patriarca]. Sí, hablaremos del asunto Dreyfus. Sí, recordaremos con justo orgullo que estuvimos entre los que se llamaban Dreyfusards. Remontémonos a aquel agitado y productivo año de 1897. Hacía tiempo que Bernard Lazare había aportado la primera prueba de la inocencia del hombre condenado en 1894. Un hombre de antigua probidad, Scheurer-Kestner, vicepresidente del Senado, acababa de expresar sus crueles dudas de que no se hubiera cometido un terrible error. Mathieu Dreyfus había aportado pruebas materiales de que el documento atribuido a su hermano era de puño y letra de Esthérazy. Muchas personas en todo el mundo ya eran conscientes del error judicial. Entonces se encontró un gran partido político y religioso para convertir este crimen en un medio de acción y un principio de gobierno... El egoísmo y el miedo gobernaban el país. Eran ministros. Se llamaban Méline y Billot. Algunos buenos ciudadanos denunciaron el crimen y señalaron el peligro. Pero no fueron escuchados. Los culpables contaban con el apoyo de tales fuerzas políticas y secretas que parecía imposible llegar hasta ellos y se desesperaba de arrojar luz sobre la conciencia de un país oscurecido por innumerables mentiras y perturbado por una violencia odiosa. MIENTRAS REINABA EL TERROR, ÉMILE ZOLA DEMOSTRÓ LO QUE PUEDE HACER UN HOMBRE JUSTO E INTRÉPIDO. Lleno de obras, gozando en paz de su genio y de su gloria, hizo el sacrificio de su popularidad, de su tranquilidad, de su trabajo, y se lanzó a la fatiga y al peligro por la justicia y la verdad, para mostrarse un hombre justo y con la esperanza orgullosa de que su país volviera a ser justo y valiente con él...".

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