Null [ORIENTALISMO] Gustave FLAUBERT - Salambo 
 Aux éditions d'Art Devambez à P…
Descripción

[ORIENTALISMO] Gustave FLAUBERT - Salambo Aux éditions d'Art Devambez à Paris, 1926 - Ejemplar muy fino de esta encantadora edición ilustrada con 22 aguafuertes originales de William Walcot. Interesante encuadernación en pleno chagrin canela con lomo liso, decoración oriental en el primer centro de la primera lámina, en múltiples marcos de filetes fríos y puntilla dorada, cabeza dorada. Interior fresco sin manchas marrones. Edición limitada a 237 ejemplares, éste numerado sobre pergamino de arcos. Cotizada publicación, sobre todo en gran papel. Notables aguafuertes de un reputado acuarelista inglés''. (Carteret) In-4, (2) 238pp (1)

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[ORIENTALISMO] Gustave FLAUBERT - Salambo Aux éditions d'Art Devambez à Paris, 1926 - Ejemplar muy fino de esta encantadora edición ilustrada con 22 aguafuertes originales de William Walcot. Interesante encuadernación en pleno chagrin canela con lomo liso, decoración oriental en el primer centro de la primera lámina, en múltiples marcos de filetes fríos y puntilla dorada, cabeza dorada. Interior fresco sin manchas marrones. Edición limitada a 237 ejemplares, éste numerado sobre pergamino de arcos. Cotizada publicación, sobre todo en gran papel. Notables aguafuertes de un reputado acuarelista inglés''. (Carteret) In-4, (2) 238pp (1)

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Escuela orientalista inglesa; finales del siglo XIX - principios del XX. "Mercado de esclavos". Óleo sobre lienzo. Presenta sellos en el reverso. Medidas: 26,5 x 36 cm; 27 x 37 cm (marco). El orientalismo nació en el siglo XIX como consecuencia del espíritu romántico de evasión en el tiempo y en el espacio. Los primeros orientalistas trataron de reflejar lo perdido, lo inalcanzable, en un viaje dramático destinado desde el principio al fracaso. Como Flaubert en "Salambo", los pintores realizaron retratos detallados de Oriente y de pasados imaginados, recreados hasta el último milímetro, pero en última instancia desconocidos e idealizados. Durante la segunda mitad del siglo XIX, sin embargo, muchos de los pintores que viajaron a Oriente Próximo en busca de esa realidad inventada descubrieron un país diferente y nuevo, que destacaba con sus peculiaridades por encima de los tópicos y prejuicios de los europeos. Así, esta nueva escuela de orientalismo dejó atrás las bellas odaliscas, los harenes y los mercados de esclavos para pintar nada más que lo que veían, el Oriente real en todas sus dimensiones cotidianas. Junto con el cambio de visión se produjo un cambio técnico y formal; como ya no se trataba de recrear un mundo imaginado con todos sus detalles, la pincelada se hizo más impresionista, y los artistas se centraron menos en representar tipos y costumbres que en reflejar fielmente la atmósfera del lugar, la identidad misma de las poblaciones norteafricanas.