Null Escuela andaluza según BARTOLOME ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 - 1682); si…
Descripción

Escuela andaluza según BARTOLOME ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 - 1682); siglo XVIII. "San José con el Niño". Óleo sobre lienzo. Presenta faltas en la superficie pictórica. Medidas: 109 x 83 cm; 126 x 100 cm (marco). El lienzo ahora subastado presenta similitudes con el cuadro del mismo tema "San José con el Niño", atribuido al taller de Murillo, que se encuentra en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. Ambos representan a un San José de medio busto, identificado por la vara florecida, con el Niño en su regazo, en una escena familiar llena de ternura. Esta imagen fue muy repetida por el maestro Murillo, que consiguió crear un patrón estético personal de gran influencia y relevancia iconográfica. Hasta la Contrarreforma, era habitual que la figura de San José permaneciera en un segundo plano, ya que no se le concedía ninguna importancia teológica. Después de Trento, sin embargo, se recuperó su protagonismo como protector de Jesús durante su infancia y como guía durante su juventud, y como tal se le representa aquí. En contraste con la ternura, la indefensión y el candor de la figura infantil, San José se presenta como una figura monumental, típicamente barroca, impresión reforzada por la composición piramidal. Mediante esta forma de representación, el autor subraya visualmente el papel decisivo del padre putativo de Jesús como protector.

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Escuela andaluza según BARTOLOME ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 - 1682); siglo XVIII. "San José con el Niño". Óleo sobre lienzo. Presenta faltas en la superficie pictórica. Medidas: 109 x 83 cm; 126 x 100 cm (marco). El lienzo ahora subastado presenta similitudes con el cuadro del mismo tema "San José con el Niño", atribuido al taller de Murillo, que se encuentra en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. Ambos representan a un San José de medio busto, identificado por la vara florecida, con el Niño en su regazo, en una escena familiar llena de ternura. Esta imagen fue muy repetida por el maestro Murillo, que consiguió crear un patrón estético personal de gran influencia y relevancia iconográfica. Hasta la Contrarreforma, era habitual que la figura de San José permaneciera en un segundo plano, ya que no se le concedía ninguna importancia teológica. Después de Trento, sin embargo, se recuperó su protagonismo como protector de Jesús durante su infancia y como guía durante su juventud, y como tal se le representa aquí. En contraste con la ternura, la indefensión y el candor de la figura infantil, San José se presenta como una figura monumental, típicamente barroca, impresión reforzada por la composición piramidal. Mediante esta forma de representación, el autor subraya visualmente el papel decisivo del padre putativo de Jesús como protector.

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