Escuela de BARTOLOME ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 - 1682).

"Virgen con el Niñ…
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Escuela de BARTOLOME ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 - 1682). "Virgen con el Niño Óleo sobre lienzo. Revestido. Presenta Repintes y faltas en la superficie pictórica. Medidas: 146 x 104 cm; 157 x 115 cm (marco). Murillo inventó un modelo propio de Maternidad, en el que la unión de la Madre y el Niño era plena y jugosa, de modo que la ternura y el afecto primaban sobre toda voluntad de representar las figuras en su sacralidad. De hecho, podían ser personas corrientes, una joven con su hijo. El pintor en cuestión, seguidor de Murillo, recoge este legado, ya que también hace suyo un expresivo claroscuro barroco. En la presente versión, la Virgen está representada de cuerpo entero, sentada, sosteniendo en su regazo al Niño Jesús, sentado sobre su muslo, al que sostiene en brazos. El niño, de sólo dos años, está vestido con un paño blanco, símbolo de pureza, sostenido por las manos de su madre. Ambas figuras están envueltas en una atmósfera de oscuridad, inscritas en un paisaje indeterminado, que no permite visualizar, ni siquiera imaginar, el espacio circundante. El artista centra su pintura especialmente en la belleza de los rostros, recreando un prototipo de belleza femenina e infantil, llegando a lo que Murillo proponía en aquella época, vírgenes completamente angelicales. Destacan los rostros y las carnaciones sonrosadas y serenas de la niña, que quedan subrayadas por los tonos rosa carmesí de la túnica de la Virgen. Siguiendo la tipología original de Murillo, los personajes -a diferencia de otras iconografías del mismo tipo realizadas por Velázquez o Alonso Cano en las que los protagonistas cruzan sus miradas-, miran de frente, dirigidos al espectador. Poco se sabe de la infancia y juventud de Murillo, salvo que perdió a su padre en 1627 y a su madre en 1628, por lo que quedó bajo la tutela de su cuñado. Hacia 1635 debió comenzar su aprendizaje como pintor, muy posiblemente con Juan del Castillo, casado con una prima suya. Esta relación laboral y artística duraría unos seis años, como era habitual en la época. Tras su matrimonio, en 1645, inició la que sería una brillante carrera que le convirtió progresivamente en el pintor más famoso y cotizado de Sevilla. El único viaje del que se tiene constancia está documentado en 1658, año en el que Murillo estuvo varios meses en Madrid. Cabe pensar que en la corte mantuvo contacto con los pintores que allí residían, como Velázquez, Zurbarán y Cano, y que tuvo acceso a la colección de cuadros del Palacio Real, magnífica materia de estudio para todos aquellos artistas que pasaban por la corte. A pesar de las escasas referencias documentales sobre sus años de madurez, sabemos que disfrutó de una vida acomodada, que le permitió mantener un alto nivel de vida y varios aprendices. El haberse convertido en el primer pintor de la ciudad, superando en fama incluso a Zurbarán, movió su voluntad de elevar el nivel artístico de la pintura local. Por ello, en 1660 decidió, junto con Francisco Herrera el Mozo, fundar una academia de pintura, de la que fue el principal promotor. Presenta Repintes y faltas en la superficie pictórica.

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Escuela de BARTOLOME ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1617 - 1682).

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ESTEBAN VICENTE PÉREZ (Turégano, Segovia, 1903 - Nueva York, 2001). Sin título, 1967. Tinta sobre papel. Firmado. Exposiciones: Madrid, Galería Elvira González, "Esteban Vicente. Blanco y negro", 17 de marzo - 14 de abril de 2000, página 33 (reprod.). Barcelona, Galería Alejandro Sales, "Esteban Vicente", noviembre de 2006 (reprod.). Medidas: 48 x 70 cm; 70 x 90 cm (marco). Esteban Vicente ingresa, en 1921, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, con el propósito de formarse como escultor, pero pronto decide dedicarse a la pintura. En 1928 realiza su primera exposición, tras la cual marcha a París, donde permanece hasta 1930. Regresa a España y expone en Barcelona y Madrid, y tras el estallido de la Guerra Civil trabaja escondido en las montañas que rodean la capital. Sin embargo, ese mismo año de 1936 decide marcharse a Nueva York, lugar de origen de su esposa. Allí expone por primera vez en la Kleeman Gallery en 1937. Cuatro años más tarde obtiene la nacionalidad americana ya que, habiendo sido partidario del bando republicano, decide no regresar a España. En los años siguientes realizó numerosos encargos y exposiciones, y entre 1947 y 1947 fue profesor de pintura en la Universidad de Puerto Rico. A su regreso a Estados Unidos estableció relación con la naciente Escuela de Nueva York, participando con sus exposiciones en la Kootz Gallery (1950), en la Ninth Street Art Exhibition (1951) y en las Sidney Janis y Egan Galleries. Fue miembro fundador de la New York Studio School, donde enseñó durante treinta y seis años. A partir de los años ochenta su obra empezó a ser conocida en España, se le dedicaron retrospectivas (Banco Exterior, 1987, y Museo Reina Sofía, 1997) y se le concedieron menciones como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1990) y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1999). En 1998 se inauguró en Segovia el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, donde hoy se conserva gran parte de su obra. Las obras de Vicente se conservan en importantes museos de arte contemporáneo de todo el mundo, como el Metropolitan, el Guggenheim y el MOMA de Nueva York, el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid, el Smithsonian de Washington D.C., el Withney Museum of American Art o el Indianapolis Museum of Art, entre otros.

Escuela española del siglo XVIII. Siguiendo modelos de BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO (Sevilla, 1618-1682). "El Buen Pastor". Óleo sobre lienzo. Revestido. Medidas: 61 x 48 cm, 75 x 60 cm (marco). Según modelos de Bartolomé Esteban Murillo, copia del original del Museo del Prado. Murillo ha pasado a la historia como uno de los grandes pintores de temas infantiles, y ello no sólo por sus famosas escenas de género protagonizadas por niños, sino también por representaciones como ésta, en la que el Niño Jesús aparece en la metáfora bíblica del buen pastor que apacienta y cuida a sus ovejas. Se trata de un tipo de imagen de gran éxito entre la sociedad sevillana de la época, y cuya eficacia devocional ha permanecido intacta a lo largo de los siglos. En este tipo de obras, destinadas en muchos casos al culto privado, el autor demostró ser un verdadero maestro a la hora de combinar un estilo sabio y delicado con un contenido suave y dulce. Sin embargo, dueño como era de un poderoso sentido de la composición, las dotó de una notable monumentalidad y equilibrio. Las ruinas arquitectónicas que aparecen al fondo tienen un doble significado. Por un lado, forman parte de una tradición virgiliana que se manifiesta en la literatura y las artes plásticas y que gusta de la imagen del pastor entre los restos caídos de un pasado esplendoroso. Por otro, la iconografía cristiana utilizó con frecuencia la referencia a las ruinas clásicas como símbolo del paganismo derrotado. Revestido.