Null Escuela napolitana; c. 1700. 

"Naturaleza muerta". 

Óleo sobre lienzo peg…
Descripción

Escuela napolitana; c. 1700. "Naturaleza muerta". Óleo sobre lienzo pegado a tablex. Presenta faltas y restauraciones en la superficie pictórica. Medidas: 98 x 156 cm; 106 x 166 cm (marco). El pintor ha dispuesto sobre una superficie alargada que se abre al exterior un suntuoso bodegón. La multitud de frutas de este bodegón están pintadas con minuciosidad y realismo, con cálidos tonos rojizos y anaranjados, además de algunos tonos violáceos, están suavemente iluminadas por un foco frontal externo a la composición. Esta iluminación, un tanto teatral, hace que destaquen sobre un fondo prácticamente monocromo, de tonos terrosos, a excepción de la zona superior izquierda dominada por el paisaje. Estéticamente, la obra se aproxima a la pintura de Giovanni Battista Ruoppolo (Nápoles 1629-1692). Este pintor, discípulo de Paolo Porpora (1617-1673) dedicó gran parte de su carrera a la pintura de bodegones, género que nació en la época barroca, alcanzando gran popularidad. Aunque no era el género pictórico más apreciado por eruditos y académicos, siempre interesados en la pintura de historia, mitología o temas religiosos, burgueses y aristócratas de toda Europa, pero especialmente de Flandes, los Países Bajos, España y el sur de Italia, se sentían extraordinariamente atraídos por la pintura de objetos de la realidad cotidiana, que encargaban para decorar sus estancias. Frutas y flores, a veces acompañadas de caza, objetos ornamentales (piezas de cerámica, cristal o metal, relojes, joyas) y libros se convirtieron en protagonistas de espléndidas composiciones que en ocasiones alcanzan un alto grado de verismo y en otras esconden un significado simbólico, reflexiones sobre el paso del tiempo, la vida y la muerte o incluso cuestiones religiosas. La naturaleza muerta presenta, en los distintos territorios en los que se cultiva, características particulares. En el caso de Nápoles, es un género vinculado a la pintura derivada de Caravaggio y también, en gran medida, a la escuela del Siglo de Oro español. Así, se caracteriza por su sobriedad formal en comparación con el bodegón flamenco, con fondos oscuros, que confieren cierta aura de misterio a la composición, y una iluminación violenta y teatral. Giovanni Battista Ruoppolo presenta en su juventud, a la que podría pertenecer la obra que aquí presentamos, una marcada inclinación hacia el tratamiento "tenebrista", "caravaggista" de la luz, aunque más tarde evolucionaría hacia composiciones más decorativas. Presenta faltas y restauraciones en la superficie pictórica.

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Escuela napolitana; c. 1700. "Naturaleza muerta". Óleo sobre lienzo pegado a tablex. Presenta faltas y restauraciones en la superficie pictórica. Medidas: 98 x 156 cm; 106 x 166 cm (marco). El pintor ha dispuesto sobre una superficie alargada que se abre al exterior un suntuoso bodegón. La multitud de frutas de este bodegón están pintadas con minuciosidad y realismo, con cálidos tonos rojizos y anaranjados, además de algunos tonos violáceos, están suavemente iluminadas por un foco frontal externo a la composición. Esta iluminación, un tanto teatral, hace que destaquen sobre un fondo prácticamente monocromo, de tonos terrosos, a excepción de la zona superior izquierda dominada por el paisaje. Estéticamente, la obra se aproxima a la pintura de Giovanni Battista Ruoppolo (Nápoles 1629-1692). Este pintor, discípulo de Paolo Porpora (1617-1673) dedicó gran parte de su carrera a la pintura de bodegones, género que nació en la época barroca, alcanzando gran popularidad. Aunque no era el género pictórico más apreciado por eruditos y académicos, siempre interesados en la pintura de historia, mitología o temas religiosos, burgueses y aristócratas de toda Europa, pero especialmente de Flandes, los Países Bajos, España y el sur de Italia, se sentían extraordinariamente atraídos por la pintura de objetos de la realidad cotidiana, que encargaban para decorar sus estancias. Frutas y flores, a veces acompañadas de caza, objetos ornamentales (piezas de cerámica, cristal o metal, relojes, joyas) y libros se convirtieron en protagonistas de espléndidas composiciones que en ocasiones alcanzan un alto grado de verismo y en otras esconden un significado simbólico, reflexiones sobre el paso del tiempo, la vida y la muerte o incluso cuestiones religiosas. La naturaleza muerta presenta, en los distintos territorios en los que se cultiva, características particulares. En el caso de Nápoles, es un género vinculado a la pintura derivada de Caravaggio y también, en gran medida, a la escuela del Siglo de Oro español. Así, se caracteriza por su sobriedad formal en comparación con el bodegón flamenco, con fondos oscuros, que confieren cierta aura de misterio a la composición, y una iluminación violenta y teatral. Giovanni Battista Ruoppolo presenta en su juventud, a la que podría pertenecer la obra que aquí presentamos, una marcada inclinación hacia el tratamiento "tenebrista", "caravaggista" de la luz, aunque más tarde evolucionaría hacia composiciones más decorativas. Presenta faltas y restauraciones en la superficie pictórica.

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