Null Escuela italiana del siglo XVII.

"María Magdalena".

Óleo sobre lienzo.

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Descripción

Escuela italiana del siglo XVII. "María Magdalena". Óleo sobre lienzo. Tiene parches en la parte posterior. Medidas: 77 x 65 cm; 95 x 79 cm (marco). María Magdalena fue una figura bíblica muy representada en el Barroco, especialmente en la pintura italiana de raíces más sensualistas. Aquí, un fuerte claroscuro modela los rasgos suaves y los exuberantes tonos de carne de la santa. Mientras que el cristianismo oriental honra a María Magdalena especialmente por su cercanía a Jesús, considerándola "igual a los apóstoles", en Occidente se desarrolló la idea, basada en su identificación con otras mujeres en los Evangelios, de que antes de conocer a Jesús se había dedicado a la prostitución. De ahí que la leyenda posterior narre que pasó el resto de su vida como penitente en el desierto, mortificando su carne. En el arte se la representó preferentemente de este modo, sobre todo en el siglo XVII, época en que las sociedades católicas sentían una especial fascinación por la vida de místicos y santos que vivían en soledad en lugares agrestes, dedicados a la oración y la penitencia. El tema de la Magdalena, además, ofrecía la posibilidad de representar a una mujer hermosa que muestra algunas partes de la anatomía entonces consideradas tabú, como los pies o el pecho, pero que en ella respeta el decoro porque es carne mortificada que expresa arrepentimiento por sus pecados pasados. Esta obra se inscribe dentro de los patrones estéticos de la obra de Luca Giordano, el pintor napolitano más destacado de finales del siglo XVII, y uno de los principales representantes del último Barroco italiano. Pintor y grabador, conocido en España como Lucas Jordán, Giordano gozó de gran popularidad en vida, tanto en su Italia natal como en nuestro país. Sin embargo, tras su muerte su obra fue a menudo criticada por su rapidez de ejecución, opuesta a la estética grecolatina. Se cree que se formó en el entorno de Ribera, cuyo estilo siguió en un principio. Sin embargo, pronto viajó a Roma y Venecia, donde estudió a Veronés, cuya influencia se ha dejado sentir desde entonces en su obra. Este viaje fue clave para la maduración de su estilo, así como las influencias de otros artistas como Mattia Preti, Rubens, Bernini y, sobre todo, Pietro da Cortona. A finales de la década de 1670, Giordano comenzó sus grandes decoraciones murales (Montecassino y San Gregorio Armeno en Nápoles), a las que siguieron, a partir de 1682, otros proyectos, como las pinturas murales de la galería y la biblioteca del palacio Medici Ricardi de Florencia. En 1692 fue llamado a Madrid para realizar obras murales en el monasterio de El Escorial, donde trabajó de 1692 a 1694. Más tarde pintó también el despacho y el dormitorio de Carlos II en el Palacio Real de Aranjuez, y tras ellos acometió las pinturas del Casón del Buen Retiro (hacia 1697), la sacristía de la catedral de Toledo (1698), la capilla real del Alcázar y San Antonio de los Portugueses (1699). Sin embargo, los encargos reales cesaron con la llegada de Felipe V en 1701 y el inicio de la Guerra de Sucesión, por lo que Giordano regresó a Nápoles en 1702, aunque desde allí continuó enviando pinturas a España. En la actualidad, las obras de Giordano se conservan en las pinacotecas más importantes del mundo, como el Museo del Prado, el Hermitage de San Petersburgo, el Louvre de París, el Kunsthistorisches de Viena, el Metropolitan de Nueva York y la National Gallery de Londres. Tiene parches en el reverso.

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Escuela italiana del siglo XVII. "María Magdalena". Óleo sobre lienzo. Tiene parches en la parte posterior. Medidas: 77 x 65 cm; 95 x 79 cm (marco). María Magdalena fue una figura bíblica muy representada en el Barroco, especialmente en la pintura italiana de raíces más sensualistas. Aquí, un fuerte claroscuro modela los rasgos suaves y los exuberantes tonos de carne de la santa. Mientras que el cristianismo oriental honra a María Magdalena especialmente por su cercanía a Jesús, considerándola "igual a los apóstoles", en Occidente se desarrolló la idea, basada en su identificación con otras mujeres en los Evangelios, de que antes de conocer a Jesús se había dedicado a la prostitución. De ahí que la leyenda posterior narre que pasó el resto de su vida como penitente en el desierto, mortificando su carne. En el arte se la representó preferentemente de este modo, sobre todo en el siglo XVII, época en que las sociedades católicas sentían una especial fascinación por la vida de místicos y santos que vivían en soledad en lugares agrestes, dedicados a la oración y la penitencia. El tema de la Magdalena, además, ofrecía la posibilidad de representar a una mujer hermosa que muestra algunas partes de la anatomía entonces consideradas tabú, como los pies o el pecho, pero que en ella respeta el decoro porque es carne mortificada que expresa arrepentimiento por sus pecados pasados. Esta obra se inscribe dentro de los patrones estéticos de la obra de Luca Giordano, el pintor napolitano más destacado de finales del siglo XVII, y uno de los principales representantes del último Barroco italiano. Pintor y grabador, conocido en España como Lucas Jordán, Giordano gozó de gran popularidad en vida, tanto en su Italia natal como en nuestro país. Sin embargo, tras su muerte su obra fue a menudo criticada por su rapidez de ejecución, opuesta a la estética grecolatina. Se cree que se formó en el entorno de Ribera, cuyo estilo siguió en un principio. Sin embargo, pronto viajó a Roma y Venecia, donde estudió a Veronés, cuya influencia se ha dejado sentir desde entonces en su obra. Este viaje fue clave para la maduración de su estilo, así como las influencias de otros artistas como Mattia Preti, Rubens, Bernini y, sobre todo, Pietro da Cortona. A finales de la década de 1670, Giordano comenzó sus grandes decoraciones murales (Montecassino y San Gregorio Armeno en Nápoles), a las que siguieron, a partir de 1682, otros proyectos, como las pinturas murales de la galería y la biblioteca del palacio Medici Ricardi de Florencia. En 1692 fue llamado a Madrid para realizar obras murales en el monasterio de El Escorial, donde trabajó de 1692 a 1694. Más tarde pintó también el despacho y el dormitorio de Carlos II en el Palacio Real de Aranjuez, y tras ellos acometió las pinturas del Casón del Buen Retiro (hacia 1697), la sacristía de la catedral de Toledo (1698), la capilla real del Alcázar y San Antonio de los Portugueses (1699). Sin embargo, los encargos reales cesaron con la llegada de Felipe V en 1701 y el inicio de la Guerra de Sucesión, por lo que Giordano regresó a Nápoles en 1702, aunque desde allí continuó enviando pinturas a España. En la actualidad, las obras de Giordano se conservan en las pinacotecas más importantes del mundo, como el Museo del Prado, el Hermitage de San Petersburgo, el Louvre de París, el Kunsthistorisches de Viena, el Metropolitan de Nueva York y la National Gallery de Londres. Tiene parches en el reverso.

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