Null Escuela italiana; finales del siglo XVII. 

"Paisaje". 

Óleo sobre lienzo.…
Descripción

Escuela italiana; finales del siglo XVII. "Paisaje". Óleo sobre lienzo. Revestido. Tiene marco del siglo XVII con faltas. Medidas: 65 x 89 cm; 75 x 99 cm (marco). Italia era el lugar preferido por los pintores del norte de Europa para pintar al aire libre, una práctica incipiente en el siglo XVII, por esta razón existe cierta correlación estética entre las escuelas paisajísticas, que con el paso de las décadas comenzaron a establecer sus singularidades y su propia identidad. En este caso una luz dorada baña el cielo, que es ocupado por un gran árbol que aporta oscuridad a la escena, dando cobijo a un grupo de personajes entre los que destaca un caballo blanco, no por su anatomía sino por su funcionalidad como punto de iluminación en la escena. Este juego de luces convierte el paisaje representado en un escenario evocador e idílico, una imagen que fue reelaborada en el siglo XVI, donde se mitificó la idea del campo por encima de las condiciones de trabajo y de vida que éste ofrecía a sus habitantes. En el Barroco, el tema del paisaje aún no se había institucionalizado como género independiente de los temas religiosos o mitológicos. Sin embargo, es un periodo definitorio porque germinan importantes centros en diferentes partes de Europa, como la escuela romano-boloñesa o los Países Bajos, donde el paisaje comienza a adquirir entidad propia. En este lienzo, las figuras humanas (grupos de pastores) quedan subsumidas al gran protagonista, que es el paisaje: la captación atmosférica está especialmente lograda, con las copas de los árboles absorbiendo las luces del atardecer, la armoniosa integración del follaje con la arquitectura.

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Escuela italiana; finales del siglo XVII. "Paisaje". Óleo sobre lienzo. Revestido. Tiene marco del siglo XVII con faltas. Medidas: 65 x 89 cm; 75 x 99 cm (marco). Italia era el lugar preferido por los pintores del norte de Europa para pintar al aire libre, una práctica incipiente en el siglo XVII, por esta razón existe cierta correlación estética entre las escuelas paisajísticas, que con el paso de las décadas comenzaron a establecer sus singularidades y su propia identidad. En este caso una luz dorada baña el cielo, que es ocupado por un gran árbol que aporta oscuridad a la escena, dando cobijo a un grupo de personajes entre los que destaca un caballo blanco, no por su anatomía sino por su funcionalidad como punto de iluminación en la escena. Este juego de luces convierte el paisaje representado en un escenario evocador e idílico, una imagen que fue reelaborada en el siglo XVI, donde se mitificó la idea del campo por encima de las condiciones de trabajo y de vida que éste ofrecía a sus habitantes. En el Barroco, el tema del paisaje aún no se había institucionalizado como género independiente de los temas religiosos o mitológicos. Sin embargo, es un periodo definitorio porque germinan importantes centros en diferentes partes de Europa, como la escuela romano-boloñesa o los Países Bajos, donde el paisaje comienza a adquirir entidad propia. En este lienzo, las figuras humanas (grupos de pastores) quedan subsumidas al gran protagonista, que es el paisaje: la captación atmosférica está especialmente lograda, con las copas de los árboles absorbiendo las luces del atardecer, la armoniosa integración del follaje con la arquitectura.

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