Null Escuela napolitana, hacia 1700.

"Ecce Homo".

Terracota pintada.

Base de …
Descripción

Escuela napolitana, hacia 1700. "Ecce Homo". Terracota pintada. Base de madera tallada, dorada y policromada en el siglo XIX. Medidas: 30 cm. de altura; 8 x 22 x 23 cm. (base). Pieza de imaginería de bulto redondo y medio cuerpo. Representa un Ecce Homo y es fiel a su iconografía. El paño de pureza doblado hacia un lado con drapeados, así como las ondulaciones de los mechones de cabello que caen a ambos lados del bello rostro de Jesús, son característicos de la escuela napolitana. El naturalismo prevalece en la anatomía, pero se elimina todo rastro de patetismo, cediendo en cambio a un cierto gusto idealizador en los rasgos. Coronado de espinas y con las manos atadas, el Ecce Homo simboliza el momento en que Cristo fue entregado al pueblo judío para ser juzgado, después de que Poncio Pilato quisiera eximirse de toda responsabilidad. Destaca la mirada expresiva, melancólica y muy simpática de Jesús. Sus grandes ojos iluminan la nobleza de sus rasgos. Las manos también están hábilmente modeladas. La escultura napolitana muestra un marcado gusto por el naturalismo, tendencia en la que se inscribe esta pieza. Este gusto por el naturalismo napolitano se manifiesta, por ejemplo, en la tradición de los belenes, así como en la talla de grupos del Santo Sepulcro. Tanto los belenes como los grupos del Santo Sepulcro y los ornamentos tienen un fuerte componente dramático, escenográfico. Eran también esculturas o grupos escultóricos que desempeñaban un papel importante en la liturgia en diferentes épocas del año: en Pascua, Navidad y otras fiestas importantes, donde la celebración de la misa implicaba, de diversas maneras, la participación de estas esculturas, que eran, para los fieles, una poderosa ilustración de los misterios en torno a los cuales giraban los sermones y las homilías.

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Escuela napolitana, hacia 1700. "Ecce Homo". Terracota pintada. Base de madera tallada, dorada y policromada en el siglo XIX. Medidas: 30 cm. de altura; 8 x 22 x 23 cm. (base). Pieza de imaginería de bulto redondo y medio cuerpo. Representa un Ecce Homo y es fiel a su iconografía. El paño de pureza doblado hacia un lado con drapeados, así como las ondulaciones de los mechones de cabello que caen a ambos lados del bello rostro de Jesús, son característicos de la escuela napolitana. El naturalismo prevalece en la anatomía, pero se elimina todo rastro de patetismo, cediendo en cambio a un cierto gusto idealizador en los rasgos. Coronado de espinas y con las manos atadas, el Ecce Homo simboliza el momento en que Cristo fue entregado al pueblo judío para ser juzgado, después de que Poncio Pilato quisiera eximirse de toda responsabilidad. Destaca la mirada expresiva, melancólica y muy simpática de Jesús. Sus grandes ojos iluminan la nobleza de sus rasgos. Las manos también están hábilmente modeladas. La escultura napolitana muestra un marcado gusto por el naturalismo, tendencia en la que se inscribe esta pieza. Este gusto por el naturalismo napolitano se manifiesta, por ejemplo, en la tradición de los belenes, así como en la talla de grupos del Santo Sepulcro. Tanto los belenes como los grupos del Santo Sepulcro y los ornamentos tienen un fuerte componente dramático, escenográfico. Eran también esculturas o grupos escultóricos que desempeñaban un papel importante en la liturgia en diferentes épocas del año: en Pascua, Navidad y otras fiestas importantes, donde la celebración de la misa implicaba, de diversas maneras, la participación de estas esculturas, que eran, para los fieles, una poderosa ilustración de los misterios en torno a los cuales giraban los sermones y las homilías.

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