Null Mantón de Manila; segunda mitad del siglo XX. 

Seda bordada. 

Presenta de…
Descripción

Mantón de Manila; segunda mitad del siglo XX. Seda bordada. Presenta desgaste. Medidas: 200 x 180 cm. Este mantón de Manila, confeccionado en el siglo XIX, presenta una compleja composición bordada en vivos colores, que destacan sobre el fondo de seda beige. Prenda tradicional entre las damas de la alta sociedad, el mantón de Manila tomó su nombre de la capital de la antigua colonia española de Filipinas, donde los galeones españoles del siglo XVI cargaban los productos traídos de Oriente para exportarlos a Europa y América. Su origen se remonta a China, donde se confeccionaban en seda y se bordaban a mano. Los primeros chales estaban decorados con dragones, bambúes y pagodas. Sin embargo, estos motivos pronto se sustituyeron por otros europeos. El flequillo se añadió por influencia española. En el caso de este ejemplo, sin embargo, predomina la estética oriental, con ramos de peonías y flores fantásticas sobre las que destacan aves del paraíso. Tradicionalmente, debía cubrir toda la espalda y llegar hasta el final de cada brazo, de ahí sus grandes dimensiones. Siempre fueron piezas especialmente caras, debido al minucioso trabajo que suponían los flecos y los bordados. Presenta desgaste.

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Mantón de Manila; segunda mitad del siglo XX. Seda bordada. Presenta desgaste. Medidas: 200 x 180 cm. Este mantón de Manila, confeccionado en el siglo XIX, presenta una compleja composición bordada en vivos colores, que destacan sobre el fondo de seda beige. Prenda tradicional entre las damas de la alta sociedad, el mantón de Manila tomó su nombre de la capital de la antigua colonia española de Filipinas, donde los galeones españoles del siglo XVI cargaban los productos traídos de Oriente para exportarlos a Europa y América. Su origen se remonta a China, donde se confeccionaban en seda y se bordaban a mano. Los primeros chales estaban decorados con dragones, bambúes y pagodas. Sin embargo, estos motivos pronto se sustituyeron por otros europeos. El flequillo se añadió por influencia española. En el caso de este ejemplo, sin embargo, predomina la estética oriental, con ramos de peonías y flores fantásticas sobre las que destacan aves del paraíso. Tradicionalmente, debía cubrir toda la espalda y llegar hasta el final de cada brazo, de ahí sus grandes dimensiones. Siempre fueron piezas especialmente caras, debido al minucioso trabajo que suponían los flecos y los bordados. Presenta desgaste.

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