Null Cetro real de Baule
Costa de Marfil
Madera
Altura: 30 cm

Procedencia:
Lote…
Descripción

Cetro real de Baule Costa de Marfil Madera Altura: 30 cm Procedencia: Lote 198, venta Christie's París, 7 de junio de 2005 Colección privada francesa Alejándose de las representaciones clásicas de la estatuaria colonial, el mango esculpido de este matamoscas aparece aquí como una verdadera figura de poder. El artista ha logrado, con precisión y sensibilidad, transmitir un ideal de autoridad a través de poderosos símbolos iconográficos. La escena, esculpida en redondo, representa a un hombre montado en un leopardo, que descansa sobre una base rectangular finamente incisa con motivos geométricos. La figura del colono está tratada aquí según los códigos establecidos, vestido a la europea y con un sombrero colonial. El casco, emblema supremo del poder y la autoridad coloniales, fue adoptado por los jefes y notables locales como forma de establecer su estatus social y, al mismo tiempo, adquirir parte del prestigio de Occidente. El realismo y la atención al detalle son las señas de identidad de esta composición, llena de dinamismo, nobleza y dignidad. El magistral juego de texturas y materiales, sublimado por la intensa pátina clara con reflejos marrón-miel, contribuye a la armonía general. Las manchas redondas finamente tramadas del manto del leopardo hacen juego con la sutil malla del uniforme y el tocado de la figura, y con los delicados queloides tradicionales en relieve del cuello y el rostro. La simbiosis entre las dos figuras se basa también en el tratamiento de la postura y la expresión. El poder y la valentía del leopardo, erguido sobre sus cuatro patas, se manifiestan en su mirada agresiva, indicada por sus ojos rasgados en forma de almendra, y en su boca, abierta de par en par con hileras de dientes. Firmemente sujeto a su montura, el personaje, ligeramente inclinado hacia delante, muestra un rostro impasible, de mirada fija y labios tensos, que subrayan su seguridad y determinación. Tomando prestados los códigos de la tradición y la modernidad, esta insignia, que antaño llevaban los dignatarios, exalta el poder real. El artista ha creado una obra a contracorriente, demostrando su ingenio y su capacidad para provocar el diálogo sobre la identidad, el poder y el legado colonial. Si bien nuestro ejemplo es único en su doble asociación del colono y el leopardo, una chasse-mouche de dignatario que perteneció a Hans Himmelheber y Egon Guenther también presenta la rara iconografía del leopardo en la parte superior. La sorprendente similitud estilística entre ambos objetos -sobre todo en el tratamiento de la piel- sugiere que fueron realizados por el mismo taller, o incluso por el mismo artista.

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Cetro real de Baule Costa de Marfil Madera Altura: 30 cm Procedencia: Lote 198, venta Christie's París, 7 de junio de 2005 Colección privada francesa Alejándose de las representaciones clásicas de la estatuaria colonial, el mango esculpido de este matamoscas aparece aquí como una verdadera figura de poder. El artista ha logrado, con precisión y sensibilidad, transmitir un ideal de autoridad a través de poderosos símbolos iconográficos. La escena, esculpida en redondo, representa a un hombre montado en un leopardo, que descansa sobre una base rectangular finamente incisa con motivos geométricos. La figura del colono está tratada aquí según los códigos establecidos, vestido a la europea y con un sombrero colonial. El casco, emblema supremo del poder y la autoridad coloniales, fue adoptado por los jefes y notables locales como forma de establecer su estatus social y, al mismo tiempo, adquirir parte del prestigio de Occidente. El realismo y la atención al detalle son las señas de identidad de esta composición, llena de dinamismo, nobleza y dignidad. El magistral juego de texturas y materiales, sublimado por la intensa pátina clara con reflejos marrón-miel, contribuye a la armonía general. Las manchas redondas finamente tramadas del manto del leopardo hacen juego con la sutil malla del uniforme y el tocado de la figura, y con los delicados queloides tradicionales en relieve del cuello y el rostro. La simbiosis entre las dos figuras se basa también en el tratamiento de la postura y la expresión. El poder y la valentía del leopardo, erguido sobre sus cuatro patas, se manifiestan en su mirada agresiva, indicada por sus ojos rasgados en forma de almendra, y en su boca, abierta de par en par con hileras de dientes. Firmemente sujeto a su montura, el personaje, ligeramente inclinado hacia delante, muestra un rostro impasible, de mirada fija y labios tensos, que subrayan su seguridad y determinación. Tomando prestados los códigos de la tradición y la modernidad, esta insignia, que antaño llevaban los dignatarios, exalta el poder real. El artista ha creado una obra a contracorriente, demostrando su ingenio y su capacidad para provocar el diálogo sobre la identidad, el poder y el legado colonial. Si bien nuestro ejemplo es único en su doble asociación del colono y el leopardo, una chasse-mouche de dignatario que perteneció a Hans Himmelheber y Egon Guenther también presenta la rara iconografía del leopardo en la parte superior. La sorprendente similitud estilística entre ambos objetos -sobre todo en el tratamiento de la piel- sugiere que fueron realizados por el mismo taller, o incluso por el mismo artista.

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