Null Ungüentario. Roma, siglos I-II d.C.

Vidrio. Con irisaciones.

En buen esta…
Descripción

Ungüentario. Roma, siglos I-II d.C. Vidrio. Con irisaciones. En buen estado de conservación. Medidas: 14 cm (altura). Pieza de tocador femenino de cuerpo esférico con base plana, cuello alto y boca de labio plano. Se trata de un genuino ejemplo de ungüentario de vidrio soplado transparente de época romano-imperial, que se utilizaba para contener y conservar ungüentos, esencias o perfumes de uso corporal femenino, y que posteriormente pasó a formar parte del ajuar funerario de su propietaria. El cuello alto y estrecho y el labio plano y ancho servían para retener y evitar así la pérdida de la cara y la esencia. El uso del vidrio comenzó a generalizarse a partir del siglo I d.C., tras el descubrimiento de la técnica del soplado hacia el 40 a.C., en la parte oriental de la costa mediterránea. Esta técnica supuso una gran revolución y se extendió rápidamente. El vidrio soplado ofrecía grandes ventajas sobre otros materiales, ya que no alteraba el sabor de los alimentos que contenía y era más impermeable que la terracota. Además, la técnica del soplado permitía fabricar piezas de formas y tamaños muy variados, y también producirlas con mayor rapidez. Por otra parte, las piezas de vidrio eran más fáciles de limpiar, por lo que pronto se convirtió en el material preferido para uso doméstico.

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Ungüentario. Roma, siglos I-II d.C. Vidrio. Con irisaciones. En buen estado de conservación. Medidas: 14 cm (altura). Pieza de tocador femenino de cuerpo esférico con base plana, cuello alto y boca de labio plano. Se trata de un genuino ejemplo de ungüentario de vidrio soplado transparente de época romano-imperial, que se utilizaba para contener y conservar ungüentos, esencias o perfumes de uso corporal femenino, y que posteriormente pasó a formar parte del ajuar funerario de su propietaria. El cuello alto y estrecho y el labio plano y ancho servían para retener y evitar así la pérdida de la cara y la esencia. El uso del vidrio comenzó a generalizarse a partir del siglo I d.C., tras el descubrimiento de la técnica del soplado hacia el 40 a.C., en la parte oriental de la costa mediterránea. Esta técnica supuso una gran revolución y se extendió rápidamente. El vidrio soplado ofrecía grandes ventajas sobre otros materiales, ya que no alteraba el sabor de los alimentos que contenía y era más impermeable que la terracota. Además, la técnica del soplado permitía fabricar piezas de formas y tamaños muy variados, y también producirlas con mayor rapidez. Por otra parte, las piezas de vidrio eran más fáciles de limpiar, por lo que pronto se convirtió en el material preferido para uso doméstico.

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