Estándar; Luristán, 900-600 a.C. Bronce. Medidas: 34 x 8,5 x 2 cm. Estandarte de bronce fundido de la cultura luristaní. Consta de un astil más estrecho, decorado con molduras lisas y estriadas situadas en la zona inferior. En la parte superior vemos dos figuras laterales de aspecto felino enfrentadas, en actitud agresiva, en una composición a la vez sintética y simbólica pero cargada de expresividad, precisamente por la captación de esa tensión no resuelta. Finalmente, la pieza termina con dos íbices también enfrentados. La cultura de Luristán se desarrolló entre los siglos XI y VIII a.C., cuando fue eliminada por los conflictos de la zona durante ese siglo. Era un pueblo nómada procedente del sur de Rusia, asentado en la mesta iraní y compuesto por diferentes grupos independientes sin identidad nacional, pero con características culturales comunes. Desarrollaron una rica cultura metalúrgica, trabajando principalmente el bronce. Con él fabricaban todo tipo de piezas funcionales, así como exvotos y objetos de adorno personal. El suyo era un arte figurativo, aunque críptico y profundamente simbólico, que buscaba la expresividad por encima del naturalismo. En las piezas de Luristán se aprecia siempre un marcado eje de simetría, como se aprecia en esta espada corta, prácticamente desprovista de ornamentación, pero dotada sin embargo de formas fluidas que recuerdan la hoja de una gran planta. Este sencillo diseño sugiere lo orgánico, dando a la pieza la apariencia de una hoja vegetal sin llegar a concretarla, jugando con la sugerencia y la evocación formal. De hecho, la ambigüedad de formas y motivos era una constante en las piezas de esta cultura, principalmente en las figuras de divinidades, aunque era un concepto totalmente asimilado y extendido a toda la producción.