Null Escuela española; siglo XVII.

"Sagrada Familia con Santa Ana".

Óleo sobre…
Descripción

Escuela española; siglo XVII. "Sagrada Familia con Santa Ana". Óleo sobre cobre. Presenta marco de madera tallada. Medidas: 17 x 14 cm; 32 x 29 cm (marco). En esta obra el artista ha realizado la representación de la Sagrada Familia, siguiendo los modos dulzaineros de la época. Mediante el uso de una composición piramidal en la que se inscriben todos los personajes, el autor da mayor protagonismo a la figura del Niño. El Niño se sitúa en el centro de la composición, y junto a él se encuentra un maduro San José, que contempla a su hijo absorto en la escena que se desarrolla entre la Virgen y el Niño. Santa Ana, que está al lado de San José, se acerca tiernamente al Niño, que le arrulla con complicidad. La familia se encuentra en un interior neutro, que destaca por la luminosidad que aporta el resplandor del Espíritu Santo. Hay que subrayar la naturalidad de la escena, ya que el Niño dirige su atención a su abuela o, por ejemplo, a las manos de San José. Esta actitud cercana sirve al autor para inspirar y adoctrinar al espectador, haciéndole empatizar con la religión a través de una escena de carácter amable. En el sentido más común de la expresión, la Sagrada Familia incluye a los parientes más cercanos del Niño Jesús, es decir, madre y abuela o madre y padre nutricio. En ambos casos, tanto si es Santa Ana como San José quien aparece, se trata de un grupo de tres figuras. Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial. Sin embargo, las dificultades son menores. Ya no se trata de un Dios único en tres personas, cuya unidad esencial debe expresarse al mismo tiempo que su diversidad. Los tres personajes están unidos por un vínculo de sangre, ciertamente, pero no constituyen un bloque indivisible. Además, los tres están representados con forma humana, mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomórfico difícil de combinar con dos figuras antropomórficas. Por otra parte, esta iconografía era tradicionalmente, hasta la Contrarreforma, una representación de la Virgen y el Niño con la figura de San José en primer plano. No fue hasta las reformas de Trento cuando San José pasó a ocupar un lugar central como protector y guía del Niño Jesús.

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Escuela española; siglo XVII. "Sagrada Familia con Santa Ana". Óleo sobre cobre. Presenta marco de madera tallada. Medidas: 17 x 14 cm; 32 x 29 cm (marco). En esta obra el artista ha realizado la representación de la Sagrada Familia, siguiendo los modos dulzaineros de la época. Mediante el uso de una composición piramidal en la que se inscriben todos los personajes, el autor da mayor protagonismo a la figura del Niño. El Niño se sitúa en el centro de la composición, y junto a él se encuentra un maduro San José, que contempla a su hijo absorto en la escena que se desarrolla entre la Virgen y el Niño. Santa Ana, que está al lado de San José, se acerca tiernamente al Niño, que le arrulla con complicidad. La familia se encuentra en un interior neutro, que destaca por la luminosidad que aporta el resplandor del Espíritu Santo. Hay que subrayar la naturalidad de la escena, ya que el Niño dirige su atención a su abuela o, por ejemplo, a las manos de San José. Esta actitud cercana sirve al autor para inspirar y adoctrinar al espectador, haciéndole empatizar con la religión a través de una escena de carácter amable. En el sentido más común de la expresión, la Sagrada Familia incluye a los parientes más cercanos del Niño Jesús, es decir, madre y abuela o madre y padre nutricio. En ambos casos, tanto si es Santa Ana como San José quien aparece, se trata de un grupo de tres figuras. Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial. Sin embargo, las dificultades son menores. Ya no se trata de un Dios único en tres personas, cuya unidad esencial debe expresarse al mismo tiempo que su diversidad. Los tres personajes están unidos por un vínculo de sangre, ciertamente, pero no constituyen un bloque indivisible. Además, los tres están representados con forma humana, mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomórfico difícil de combinar con dos figuras antropomórficas. Por otra parte, esta iconografía era tradicionalmente, hasta la Contrarreforma, una representación de la Virgen y el Niño con la figura de San José en primer plano. No fue hasta las reformas de Trento cuando San José pasó a ocupar un lugar central como protector y guía del Niño Jesús.

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