Null MIGUEL CABRERA (México, 1695 - 1768).

"Ecce Homo.

Óleo sobre lienzo, pega…
Descripción

MIGUEL CABRERA (México, 1695 - 1768). "Ecce Homo. Óleo sobre lienzo, pegado a tabla. Bastidor del siglo XVIII, con añadidos del siglo XIX. Firmado en el ángulo inferior derecho. Presenta faltas en el marco. Medidas: 77 x 64 cm; 100 x 77 x 6 cm (marco). En este lienzo adherido a una tabla, se representa a Jesucristo como Ecce Homo. La factura característica del pintor novohispano Miguel Cabrera se aprecia en su hábil asimilación del tenebrismo barroco español, cuyas fórmulas suavizó forjando su propia tipología de figuras sufrientes, especialmente vírgenes, santos y Cristos como el que nos ocupa. Los rasgos enjutos han sido modelados con matices que realzan la expresividad del rostro, con dos lágrimas que recorren un pómulo. La sangre gotea de la corona de espinas que ciñe su frente. El paño rojo, color asociado a la Pasión y al sacrificio, envuelve sus hombros, dejando su torso desnudo y vulnerable. Esposado, los ojos nublados por el dolor dialogan en silencio con Dios Padre. Las manos de finos dedos permanecen unidas por una cuerda. Destaca el hábil manejo de las veladuras. La devota pintura transmite la extrema soledad de Jesús en el momento en que es expuesto para ser juzgado y condenado. Miguel Cabrera fue uno de los máximos exponentes de la pintura barroca novohispana. Nacido en el pueblo de Tlalixtac, en Oaxaca, dedicó su obra a temas religiosos y especialmente a la figura de la Virgen de Guadalupe, y sobre este último tema escribió "Maravilla americana y conjunto de raras maravillas observadas con la dirección de las reglas del arte de la pintura" (1756). Entre sus obras más destacadas se encuentran las que realizó para algunas capillas de la catedral de la Ciudad de México, entre ellas la sacristía, que alberga en uno de sus muros una "Mujer del Apocalipsis". Cabrera fue también pintor de cámara del arzobispo José Manuel Rubio y Salinas, y en 1753 fundó la primera academia de pintura de México. También pintó algunos retratos, como el de Sor Juana Inés de la Cruz (1751). Miguel Cabrera estuvo especialmente espléndido en sus obras de pequeño y mediano formato, tanto en lienzo como en cobre. Destacan sus colores cálidos y vivos, sin parangón en la escuela novohispana del siglo XVIII, así como su firme dibujo y las expresiones poéticas de los rostros de sus Vírgenes, santos e incluso retratos de personajes de su época. Fue un artista muy prolífico, y tenía un taller muy amplio con aprendices especializados en tareas concretas. A la hora de componer sus obras solía basarse, a veces literalmente, en estampas de origen español y flamenco, una práctica habitual no sólo en América sino también en Europa. Por otro lado, vemos en su producción una fuerte influencia de Murillo, lo que nos hace pensar que debió de trabajar en el taller de los hermanos Rodríguez Juárez, entonces en pleno apogeo, en la Ciudad de México. Actualmente sus obras se conservan en varios de los principales templos mexicanos, así como en el Museo del Virreinato en Tepozotlán, el Museo de América en Madrid, el Museo de El Carmen en San Ángel (Ciudad de México), el Museo Nacional de las Intervenciones en Coyoacán, la Pinacoteca Virreinal en la Ciudad de México, el Museo de Arte de Dallas y el Museo de Santa Mónica en Puebla. Presenta fallas en el encuadre.

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MIGUEL CABRERA (México, 1695 - 1768). "Ecce Homo. Óleo sobre lienzo, pegado a tabla. Bastidor del siglo XVIII, con añadidos del siglo XIX. Firmado en el ángulo inferior derecho. Presenta faltas en el marco. Medidas: 77 x 64 cm; 100 x 77 x 6 cm (marco). En este lienzo adherido a una tabla, se representa a Jesucristo como Ecce Homo. La factura característica del pintor novohispano Miguel Cabrera se aprecia en su hábil asimilación del tenebrismo barroco español, cuyas fórmulas suavizó forjando su propia tipología de figuras sufrientes, especialmente vírgenes, santos y Cristos como el que nos ocupa. Los rasgos enjutos han sido modelados con matices que realzan la expresividad del rostro, con dos lágrimas que recorren un pómulo. La sangre gotea de la corona de espinas que ciñe su frente. El paño rojo, color asociado a la Pasión y al sacrificio, envuelve sus hombros, dejando su torso desnudo y vulnerable. Esposado, los ojos nublados por el dolor dialogan en silencio con Dios Padre. Las manos de finos dedos permanecen unidas por una cuerda. Destaca el hábil manejo de las veladuras. La devota pintura transmite la extrema soledad de Jesús en el momento en que es expuesto para ser juzgado y condenado. Miguel Cabrera fue uno de los máximos exponentes de la pintura barroca novohispana. Nacido en el pueblo de Tlalixtac, en Oaxaca, dedicó su obra a temas religiosos y especialmente a la figura de la Virgen de Guadalupe, y sobre este último tema escribió "Maravilla americana y conjunto de raras maravillas observadas con la dirección de las reglas del arte de la pintura" (1756). Entre sus obras más destacadas se encuentran las que realizó para algunas capillas de la catedral de la Ciudad de México, entre ellas la sacristía, que alberga en uno de sus muros una "Mujer del Apocalipsis". Cabrera fue también pintor de cámara del arzobispo José Manuel Rubio y Salinas, y en 1753 fundó la primera academia de pintura de México. También pintó algunos retratos, como el de Sor Juana Inés de la Cruz (1751). Miguel Cabrera estuvo especialmente espléndido en sus obras de pequeño y mediano formato, tanto en lienzo como en cobre. Destacan sus colores cálidos y vivos, sin parangón en la escuela novohispana del siglo XVIII, así como su firme dibujo y las expresiones poéticas de los rostros de sus Vírgenes, santos e incluso retratos de personajes de su época. Fue un artista muy prolífico, y tenía un taller muy amplio con aprendices especializados en tareas concretas. A la hora de componer sus obras solía basarse, a veces literalmente, en estampas de origen español y flamenco, una práctica habitual no sólo en América sino también en Europa. Por otro lado, vemos en su producción una fuerte influencia de Murillo, lo que nos hace pensar que debió de trabajar en el taller de los hermanos Rodríguez Juárez, entonces en pleno apogeo, en la Ciudad de México. Actualmente sus obras se conservan en varios de los principales templos mexicanos, así como en el Museo del Virreinato en Tepozotlán, el Museo de América en Madrid, el Museo de El Carmen en San Ángel (Ciudad de México), el Museo Nacional de las Intervenciones en Coyoacán, la Pinacoteca Virreinal en la Ciudad de México, el Museo de Arte de Dallas y el Museo de Santa Mónica en Puebla. Presenta fallas en el encuadre.

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