Descripción
Atribuido a JAN BRUEGHEL EL VIEJO (Bruselas, 1568 - Amberes, 1625). "El Viejo" y Taller. "Alegoría del sentido de la vista". Óleo sobre cobre. Medidas: 58,5 x 90 cm; 85,5 x 116 cm (marco). Una Venus desnuda contempla su propia belleza en un espejo, mientras a sus pies Cupido la observa. Ambos parecen ajenos a la belleza y opulencia del interior en el que se encuentran. Esculturas de bronce y mármol, retratos, pinturas religiosas y mitológicas, animales exóticos, monedas e instrumentos matemáticos esparcidos por el suelo se encuentran en una arquitectura que se abre al exterior, donde se divisa un ajetreado puerto a orillas de una ciudad. Durante el siglo XVII proliferaron las pinturas alegóricas, relacionadas con la representación de los cinco sentidos. Esto se debía a que el tema de los sentidos estaba relacionado a su vez con la transmisión de un mensaje moral y religioso. Como señala María Sánchez Luque en su obra La vanitas en Los cinco sentidos de Brueghel: Olfato y Tacto: "Es fundamentalmente en el Barroco, cuando estas alegorías alcanzan su máximo esplendor, cuando muestran la confianza en la capacidad de los objetos para materializar el símbolo. El simbolismo podía ser el resultado de varias ideas, como la caducidad, la inutilidad de aferrarse a los bienes terrenales y la elección entre el bien y el mal. Para entender la relación que se establecía entre estas ideas y las representaciones artísticas, hay que tener en cuenta que, según la mentalidad barroca, la vida del hombre en la tierra era sólo una preparación para la vida en el más allá, y que su destino dependía en gran medida de cómo se condujera en la vida terrenal. La vida terrenal era material y transitoria, mientras que la vida en el cielo sería espiritual y eterna. Para alcanzar el cielo no había que probar los bienes terrenales, sino los celestiales. Este mensaje está especialmente representado en el género de la vanitas". Durante el siglo XVII, en Flandes creció la demanda de pinturas para decorar las casas de la burguesía. Además de retratos y grandes lienzos con temas religiosos, históricos o mitológicos, los artistas se especializaron pintando obras de tamaño medio, que fueron aumentando de formato, con bodegones, animales, paisajes y escenas de género. Los cuadros que reproducen los gabinetes de los coleccionistas de la época son explícitos en este sentido, hasta el punto de originar un nuevo género pictórico autónomo. Sin duda, el devenir de esta pintura habría sido diferente sin Rubens, cuyo arte revolucionó el panorama artístico de Flandes, introduciendo una nueva vía plenamente barroca y aportando un sentido de unidad y opulenta suntuosidad al ordenado y enciclopédico muestrario que constituían las preciosas descripciones de sus paisanos. Jan Brueghel procedía de una ilustre familia de artistas y, junto con Rubens, fue considerado el principal pintor de Amberes. Fue una figura esencial para el desarrollo del paisaje tradicional flamenco en la línea iniciada por Joachim Patinir y Gillis van Coninxloo III, este último como representante más inmediato. El tema ilustra un pasaje de la Biblia, el Paraíso, que fue pintado innumerables veces por Brueghel, aunque este cuadro fue una de sus primeras versiones. El cuadro refleja la ascendencia de contemporáneos como Roelandt Savery y Rubens, hecho que no sorprende ya que mantuvo una estrecha colaboración con este último. El Jardín del Edén es un magnífico ejemplo del mejor paisaje barroco flamenco.
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Atribuido a JAN BRUEGHEL EL VIEJO (Bruselas, 1568 - Amberes,
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