Null GODOFREDO ORTEGA MUÑOZ (San Vicente de Alcántara, Badajoz, 1899 - Madrid, 1…
Descripción

GODOFREDO ORTEGA MUÑOZ (San Vicente de Alcántara, Badajoz, 1899 - Madrid, 1982). "Paisaje del Lago Mayor", ca.1920-30. Óleo sobre cartón. Procedencia: -Colección privada, Massimo Uccelli, Italia. Heredado de sus abuelos, a su vez, lo recibió del pintor mientras vivía en su casa de Via Antonio Rosmini, en Stresa, cerca del lago Mayor (Italia). -Colección privada, Turín. Con certificado de la Fundación Ortega Muñoz. Con permiso de exportación de Italia y España. Medidas: 51 x 60 cm. Ortega Muñoz vivió en esta zona del norte de Italia, próxima a la frontera suiza, por lo que la representó en numerosas ocasiones, mostrando un gran manejo de los matices y luces de esta fría y límpida región fronteriza. Ortega, heredero de la escuela de Vallecas, priorizó a menudo este tipo de paisajes descarnados, realistas pero alejados de academicismos, que nos adentran en espacios amplios y solitarios que despiertan nuestra genuina emotividad. Los árboles de ramas desnudas ocupan una primera línea tras la que se abre el paisaje montañoso del lago Mayor, perfilado al fondo por las motas azuladas de las cumbres nevadas. Ortega Muñoz fue uno de los grandes creadores del paisaje español contemporáneo. Se inicia en el arte siendo aún un niño, de forma autodidacta, y a pesar de los consejos de su padre, en 1919, cuando tiene veinte años, decide trasladarse a Madrid para dedicarse a la pintura. Allí se dedicará desde el primer momento a realizar copias de los grandes maestros en el Museo del Prado y en el antiguo Museo de Arte Moderno. Continúa su formación autodidacta y comienza a pintar al aire libre en los alrededores de la Dehesa de la Villa, acompañado de otros jóvenes artistas como el filipino Fernando Amorsolo. Un año más tarde decidió trasladarse a París, donde conoció a su amigo de toda la vida, el poeta Gil Bel. En París también conoció la obra de Van Gogh, Gauguin y Cézanne, pero al mismo tiempo experimentó la crisis formal e ideológica que se estaba gestando en este periodo de entreguerras, lo que le llevaría a abandonar Francia para viajar al sur, a Italia, donde encontraría en los maestros del pasado valores más auténticos de espiritualidad, sencillez y pureza. Ortega Muñoz recorrerá Italia de norte a sur entre 1921 y 1922, y en Lago Maggiore conoce al pintor inglés Edward Rowley Smart, con quien pasará un breve periodo de aprendizaje. Con él Ortega Muñoz llega a la conclusión de que, frente a la aparente sinrazón del arte contemporáneo, es necesario volver a la naturaleza y retornar a son la autenticidad de las verdades espirituales y de las emociones sencillas. En 1926 regresa a España, donde protagoniza una de las excursiones fundacionales de la Escuela de Vallecas. Poco después, en 1927, realiza su primera exposición en el Círculo Mercantil de Zaragoza. Vuelve a salir de España, y esta vez viaja por Centroeuropa, pasando por Zurich, Bruselas y varias ciudades alemanas. En 1928, en Worpswede, entra en contacto con una colonia de artistas de lenguaje expresionista, interesados por el paisaje y la vida campesina, como reacción contra los sofisticados artificios y refinamientos de las vanguardias. Notablemente influido por su experiencia en Worpswede, Ortega Muñoz regresa a Francia en 1928, y entre 1930 y 1933 continúa viajando entre Centroeuropa y el norte de Italia; finalmente llega a El Cairo en 1933, fecha en la que sus habilidades como retratista le han proporcionado un cómodo tren de vida e importantes contactos. Expone en Alejandría con un enorme éxito, lo que le llevará a repetir la experiencia un año después, presentando una exposición casi antológica en la que ya se aprecia su amor por la naturaleza, el equilibrio entre color y humor, y la atmósfera de quietud y tristeza característica de su lenguaje. En 1935 regresa a España y al año siguiente presenta una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Sin embargo, la Guerra Civil le obliga a abandonar España; tras la contienda regresa a su ciudad natal, reencontrándose por fin con la extensión silenciosa y solitaria de su paisaje y con la realidad cercana de ese mundo que siente como auténticamente suyo.

GODOFREDO ORTEGA MUÑOZ (San Vicente de Alcántara, Badajoz, 1899 - Madrid, 1982). "Paisaje del Lago Mayor", ca.1920-30. Óleo sobre cartón. Procedencia: -Colección privada, Massimo Uccelli, Italia. Heredado de sus abuelos, a su vez, lo recibió del pintor mientras vivía en su casa de Via Antonio Rosmini, en Stresa, cerca del lago Mayor (Italia). -Colección privada, Turín. Con certificado de la Fundación Ortega Muñoz. Con permiso de exportación de Italia y España. Medidas: 51 x 60 cm. Ortega Muñoz vivió en esta zona del norte de Italia, próxima a la frontera suiza, por lo que la representó en numerosas ocasiones, mostrando un gran manejo de los matices y luces de esta fría y límpida región fronteriza. Ortega, heredero de la escuela de Vallecas, priorizó a menudo este tipo de paisajes descarnados, realistas pero alejados de academicismos, que nos adentran en espacios amplios y solitarios que despiertan nuestra genuina emotividad. Los árboles de ramas desnudas ocupan una primera línea tras la que se abre el paisaje montañoso del lago Mayor, perfilado al fondo por las motas azuladas de las cumbres nevadas. Ortega Muñoz fue uno de los grandes creadores del paisaje español contemporáneo. Se inicia en el arte siendo aún un niño, de forma autodidacta, y a pesar de los consejos de su padre, en 1919, cuando tiene veinte años, decide trasladarse a Madrid para dedicarse a la pintura. Allí se dedicará desde el primer momento a realizar copias de los grandes maestros en el Museo del Prado y en el antiguo Museo de Arte Moderno. Continúa su formación autodidacta y comienza a pintar al aire libre en los alrededores de la Dehesa de la Villa, acompañado de otros jóvenes artistas como el filipino Fernando Amorsolo. Un año más tarde decidió trasladarse a París, donde conoció a su amigo de toda la vida, el poeta Gil Bel. En París también conoció la obra de Van Gogh, Gauguin y Cézanne, pero al mismo tiempo experimentó la crisis formal e ideológica que se estaba gestando en este periodo de entreguerras, lo que le llevaría a abandonar Francia para viajar al sur, a Italia, donde encontraría en los maestros del pasado valores más auténticos de espiritualidad, sencillez y pureza. Ortega Muñoz recorrerá Italia de norte a sur entre 1921 y 1922, y en Lago Maggiore conoce al pintor inglés Edward Rowley Smart, con quien pasará un breve periodo de aprendizaje. Con él Ortega Muñoz llega a la conclusión de que, frente a la aparente sinrazón del arte contemporáneo, es necesario volver a la naturaleza y retornar a son la autenticidad de las verdades espirituales y de las emociones sencillas. En 1926 regresa a España, donde protagoniza una de las excursiones fundacionales de la Escuela de Vallecas. Poco después, en 1927, realiza su primera exposición en el Círculo Mercantil de Zaragoza. Vuelve a salir de España, y esta vez viaja por Centroeuropa, pasando por Zurich, Bruselas y varias ciudades alemanas. En 1928, en Worpswede, entra en contacto con una colonia de artistas de lenguaje expresionista, interesados por el paisaje y la vida campesina, como reacción contra los sofisticados artificios y refinamientos de las vanguardias. Notablemente influido por su experiencia en Worpswede, Ortega Muñoz regresa a Francia en 1928, y entre 1930 y 1933 continúa viajando entre Centroeuropa y el norte de Italia; finalmente llega a El Cairo en 1933, fecha en la que sus habilidades como retratista le han proporcionado un cómodo tren de vida e importantes contactos. Expone en Alejandría con un enorme éxito, lo que le llevará a repetir la experiencia un año después, presentando una exposición casi antológica en la que ya se aprecia su amor por la naturaleza, el equilibrio entre color y humor, y la atmósfera de quietud y tristeza característica de su lenguaje. En 1935 regresa a España y al año siguiente presenta una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Sin embargo, la Guerra Civil le obliga a abandonar España; tras la contienda regresa a su ciudad natal, reencontrándose por fin con la extensión silenciosa y solitaria de su paisaje y con la realidad cercana de ese mundo que siente como auténticamente suyo.

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ANTONIO LÓPEZ GARCÍA (Tomelloso, Ciudad Real, 1936). "Carmen recién nacida", 2012. Acero. Ejemplar 1/10. Adjunto certificado de autenticidad expedido por el autor. Tiene caja de madera y metacrilato con una pequeña rotura. Firmado y numerado. Medidas. 5,5 x 7,5 x 4,5 cm; 27 x 21 x 21 x 21 cm (caja). Esta pieza de acero de 2012 está basada en el modelo creado por Antonio López en 1999 en el que rendía homenaje a su nieta recién nacida. Carmen, el nombre de la pequeña, se convirtió en una constante en su obra, ya que su rostro le permitió esculpir los valores de la infancia, la suavidad de las formas y la inocencia reflejada en unos rasgos redondeados, pero amables y delicados. Esta pieza está estrechamente relacionada con la obra conocida como "Noche" o "Carmen dormida", que hace pareja con la escultura "Día" o "Carmen despierta", ambas situadas en la estación madrileña de Atocha. Pintor y escultor, Antonio López comenzó su formación artística en su tierra natal, donde recibió clases del maestro Antonio López Torres. Su facilidad artística, su talento y el apoyo de su tío le llevaron a iniciar sus estudios en Madrid, en la Academia de San Fernando. Para su ingreso, asiste por las tardes a los cursos de la Escuela de Artes y Oficios. Esta preparación le sirvió para ingresar en la Academia a los 14 años. Durante su época de estudiante entabló amistad con otros artistas de su generación como Enrique Gran, Amalia Avia y Lucio Muñoz, lo que se ha dado en llamar la Escuela de Madrid. En 1955, tras finalizar sus estudios en la Escuela de Bellas Artes, marchó a Italia, donde viajó gracias a una beca. Al terminar sus estudios, en 1957, debutó individualmente en Madrid, en el Ateneo, con una exposición que había preparado en su Tomelloso natal. Un año después, gracias a un concurso convocado por la Fundación Rodríguez Acosta, viajó a Grecia con una beca. Tras su regreso a Madrid en la década de los sesenta, su presencia en galerías se reitera, gracias a los contactos generados a través de su exposición en la Galería Biosca. La obra de Antonio López generó gran interés en distintos puntos de Europa, Estados Unidos, China y Corea. En 1993 el Museo Reina Sofía de Madrid le dedicó una exposición antológica. Su obra se caracteriza por el uso de un lenguaje realista, mostrando un gran interés por el retrato, aunque también incluye temas como el paisaje. Es miembro de la Academia de San Fernando, y entre sus galardones destacan el Premio Príncipe de Asturias de las Artes y el Premio Velázquez de Artes Plásticas. En 2008, el Museo de Bellas Artes de Boston le dedicó una exposición monográfica, al igual que el Thyssen-Bornemisza y el Museo de Bellas Artes de Bilbao en 2011. Está representado en el Museum of Fine Arts de Boston, el ARTIUM de Vitoria, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, la Fundación Juan March y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, entre otros.

ESTEBAN VICENTE PÉREZ (Turégano, Segovia, 1903 - Nueva York, 2001). Sin título, 1967. Tinta sobre papel. Firmado. Exposiciones: Madrid, Galería Elvira González, "Esteban Vicente. Blanco y negro", 17 de marzo - 14 de abril de 2000, página 33 (reprod.). Barcelona, Galería Alejandro Sales, "Esteban Vicente", noviembre de 2006 (reprod.). Medidas: 48 x 70 cm; 70 x 90 cm (marco). Esteban Vicente ingresa, en 1921, en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en Madrid, con el propósito de formarse como escultor, pero pronto decide dedicarse a la pintura. En 1928 realiza su primera exposición, tras la cual marcha a París, donde permanece hasta 1930. Regresa a España y expone en Barcelona y Madrid, y tras el estallido de la Guerra Civil trabaja escondido en las montañas que rodean la capital. Sin embargo, ese mismo año de 1936 decide marcharse a Nueva York, lugar de origen de su esposa. Allí expone por primera vez en la Kleeman Gallery en 1937. Cuatro años más tarde obtiene la nacionalidad americana ya que, habiendo sido partidario del bando republicano, decide no regresar a España. En los años siguientes realizó numerosos encargos y exposiciones, y entre 1947 y 1947 fue profesor de pintura en la Universidad de Puerto Rico. A su regreso a Estados Unidos estableció relación con la naciente Escuela de Nueva York, participando con sus exposiciones en la Kootz Gallery (1950), en la Ninth Street Art Exhibition (1951) y en las Sidney Janis y Egan Galleries. Fue miembro fundador de la New York Studio School, donde enseñó durante treinta y seis años. A partir de los años ochenta su obra empezó a ser conocida en España, se le dedicaron retrospectivas (Banco Exterior, 1987, y Museo Reina Sofía, 1997) y se le concedieron menciones como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1990) y la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio (1999). En 1998 se inauguró en Segovia el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente, donde hoy se conserva gran parte de su obra. Las obras de Vicente se conservan en importantes museos de arte contemporáneo de todo el mundo, como el Metropolitan, el Guggenheim y el MOMA de Nueva York, el Museo Nacional Reina Sofía de Madrid, el Smithsonian de Washington D.C., el Withney Museum of American Art o el Indianapolis Museum of Art, entre otros.