Null Cráter de campana. Grecia, siglos IV-III a.C.

Cerámica con figuras rojas.
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Descripción

Cráter de campana. Grecia, siglos IV-III a.C. Cerámica con figuras rojas. Termoluminiscencia adherida. Con permiso de exportación. Medidas: 33 x 35,5 cm. Vasija de cerámica con pie de base circular, cuerpo acampanado con dos asas, situadas casi ocultas bajo un pronunciado reborde en la parte superior, que también se abre hacia el exterior. El exterior de la pieza está decorado con figuras femeninas y masculinas en cortejo y palmetas. La crátera era un recipiente de gran capacidad, destinado a contener una mezcla de agua y vino. Se llevaba al lugar de la comida, depositada en el suelo o sobre un estrado. El copero administraba la bebida con una cuchara o un cántaro y luego llenaba las copas de los invitados. El tipo conocido por su forma como "campaniforme" tiene pequeñas asas horizontales, salientes y dirigidas hacia arriba, y con un recipiente en forma de campana invertida; es un tipo de uso tardío. La crátera cáliz es un tipo más moderno que el columnar y el de voluta, aunque anterior a la crátera campaniforme, y su forma, con un perfil trapezoidal casi invertido, recuerda al cáliz de flor. La cerámica de figuras rojas fue uno de los estilos figurativos más importantes de la cerámica griega. Se desarrolló en Atenas hacia el año 530 a.C. y se utilizó hasta el siglo III a.C. En pocas décadas sustituyó al anterior estilo predominante de cerámica con figuras negras. La base técnica era la misma en ambos casos, pero en las figuras rojas el colorido se invierte, resaltándose las figuras sobre un fondo oscuro, como si estuvieran iluminadas por una luz teatral, siguiendo un esquema más natural. Los pintores que trabajaban con figuras negras se veían obligados a mantener los motivos bien separados entre sí y a limitar la complejidad de la ilustración. En cambio, la técnica de las figuras rojas permitía una mayor libertad. Cada figura se silueteaba sobre un fondo negro, lo que permitía a los pintores retratar los detalles anatómicos con mayor precisión y variedad. La técnica consistía en pintar los motivos sobre la pieza aún húmeda, utilizando un barniz transparente que, al cocerse, adquiría un intenso tono negro. Por lo tanto, los motivos eran invisibles antes de la cocción, lo que obligaba a los pintores a trabajar totalmente de memoria, sin poder ver su trabajo anterior. Una vez cocida la pieza, las zonas no cubiertas por el esmalte permanecían con el tono rojizo de la arcilla, mientras que las zonas esmaltadas, las "pintadas", adquirían un color negro denso y brillante.

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Cráter de campana. Grecia, siglos IV-III a.C. Cerámica con figuras rojas. Termoluminiscencia adherida. Con permiso de exportación. Medidas: 33 x 35,5 cm. Vasija de cerámica con pie de base circular, cuerpo acampanado con dos asas, situadas casi ocultas bajo un pronunciado reborde en la parte superior, que también se abre hacia el exterior. El exterior de la pieza está decorado con figuras femeninas y masculinas en cortejo y palmetas. La crátera era un recipiente de gran capacidad, destinado a contener una mezcla de agua y vino. Se llevaba al lugar de la comida, depositada en el suelo o sobre un estrado. El copero administraba la bebida con una cuchara o un cántaro y luego llenaba las copas de los invitados. El tipo conocido por su forma como "campaniforme" tiene pequeñas asas horizontales, salientes y dirigidas hacia arriba, y con un recipiente en forma de campana invertida; es un tipo de uso tardío. La crátera cáliz es un tipo más moderno que el columnar y el de voluta, aunque anterior a la crátera campaniforme, y su forma, con un perfil trapezoidal casi invertido, recuerda al cáliz de flor. La cerámica de figuras rojas fue uno de los estilos figurativos más importantes de la cerámica griega. Se desarrolló en Atenas hacia el año 530 a.C. y se utilizó hasta el siglo III a.C. En pocas décadas sustituyó al anterior estilo predominante de cerámica con figuras negras. La base técnica era la misma en ambos casos, pero en las figuras rojas el colorido se invierte, resaltándose las figuras sobre un fondo oscuro, como si estuvieran iluminadas por una luz teatral, siguiendo un esquema más natural. Los pintores que trabajaban con figuras negras se veían obligados a mantener los motivos bien separados entre sí y a limitar la complejidad de la ilustración. En cambio, la técnica de las figuras rojas permitía una mayor libertad. Cada figura se silueteaba sobre un fondo negro, lo que permitía a los pintores retratar los detalles anatómicos con mayor precisión y variedad. La técnica consistía en pintar los motivos sobre la pieza aún húmeda, utilizando un barniz transparente que, al cocerse, adquiría un intenso tono negro. Por lo tanto, los motivos eran invisibles antes de la cocción, lo que obligaba a los pintores a trabajar totalmente de memoria, sin poder ver su trabajo anterior. Una vez cocida la pieza, las zonas no cubiertas por el esmalte permanecían con el tono rojizo de la arcilla, mientras que las zonas esmaltadas, las "pintadas", adquirían un color negro denso y brillante.

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