Null Talla de vestir o cap-i-pota de la Virgen Dolorosa. Andalucía, siglo XX. 

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Descripción

Talla de vestir o cap-i-pota de la Virgen Dolorosa. Andalucía, siglo XX. Madera tallada y policromada. Vestido de seda y terciopelo enriquecido con hilo de oro. Rostro cubierto por lágrimas de pasta vítrea. Medidas: 159 cm (altura total); 63 cm (de medio cuerpo a la cabeza). Escultura de tipología "Cap i Pota" (cabeza y pies) que responde a la iconografía de la Virgen de los Dolores o de los siete Dolores, conjunto de acontecimientos de la vida de la Virgen María que constituyen una advocación popular y se recogen con frecuencia en el arte. La devoción a los dolores de la Virgen hunde sus raíces en la época medieval, y fue especialmente difundida por la orden de los Servitas, fundada en 1233. Son muchas y variadas las representaciones iconográficas cuyo tema central es la Virgen María en su aspecto Doloroso, siendo la más importante la de la Virgen de los Dolores y la Soledad, en la que se enmarca el panel aquí presentado. En esta iconografía María está sola, a veces con el corazón atravesado por espadas que simbolizan los dolores que sufrió, generalmente siete: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, Jesús perdido a los doce años, el encuentro de María y Jesús en el Calvario, la Crucifixión, el descendimiento de la cruz y la sepultura de Jesús. En buen estado para su edad. En el sagrado corazón de la Virgen, realizado en plata, se ha perdido uno de los puñales. Las imágenes "cap i pota" son figuras trabajadas con detalle sólo en el rostro y las manos, sobre una estructura de madera tallada en mayor o menor medida. Aunque las figuras de vestir solían utilizarse en procesiones, en este caso se trata de una figura destinada a la devoción privada, dado su pequeño tamaño. Las partes visibles están recubiertas de una fina capa de estuco y policromadas, mientras que el resto está cubierto por ropajes reales. Son imágenes que gustaron especialmente por su naturalismo, ya que al llevar ropas auténticas se conseguía un mayor grado de realismo que con las simplemente talladas, que muchas veces no tenían la calidad suficiente para alcanzar ese grado de naturalismo, tan buscado en el arte religioso desde el Barroco.

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Talla de vestir o cap-i-pota de la Virgen Dolorosa. Andalucía, siglo XX. Madera tallada y policromada. Vestido de seda y terciopelo enriquecido con hilo de oro. Rostro cubierto por lágrimas de pasta vítrea. Medidas: 159 cm (altura total); 63 cm (de medio cuerpo a la cabeza). Escultura de tipología "Cap i Pota" (cabeza y pies) que responde a la iconografía de la Virgen de los Dolores o de los siete Dolores, conjunto de acontecimientos de la vida de la Virgen María que constituyen una advocación popular y se recogen con frecuencia en el arte. La devoción a los dolores de la Virgen hunde sus raíces en la época medieval, y fue especialmente difundida por la orden de los Servitas, fundada en 1233. Son muchas y variadas las representaciones iconográficas cuyo tema central es la Virgen María en su aspecto Doloroso, siendo la más importante la de la Virgen de los Dolores y la Soledad, en la que se enmarca el panel aquí presentado. En esta iconografía María está sola, a veces con el corazón atravesado por espadas que simbolizan los dolores que sufrió, generalmente siete: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, Jesús perdido a los doce años, el encuentro de María y Jesús en el Calvario, la Crucifixión, el descendimiento de la cruz y la sepultura de Jesús. En buen estado para su edad. En el sagrado corazón de la Virgen, realizado en plata, se ha perdido uno de los puñales. Las imágenes "cap i pota" son figuras trabajadas con detalle sólo en el rostro y las manos, sobre una estructura de madera tallada en mayor o menor medida. Aunque las figuras de vestir solían utilizarse en procesiones, en este caso se trata de una figura destinada a la devoción privada, dado su pequeño tamaño. Las partes visibles están recubiertas de una fina capa de estuco y policromadas, mientras que el resto está cubierto por ropajes reales. Son imágenes que gustaron especialmente por su naturalismo, ya que al llevar ropas auténticas se conseguía un mayor grado de realismo que con las simplemente talladas, que muchas veces no tenían la calidad suficiente para alcanzar ese grado de naturalismo, tan buscado en el arte religioso desde el Barroco.

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