Null Alfileteros de adorno; China, dinastía Qing, siglo XIX. 

Metal, piedras du…
Descripción

Alfileteros de adorno; China, dinastía Qing, siglo XIX. Metal, piedras duras y esmalte. Medidas: 23 cm (mayor); 11 cm (menor). Juego de alfileteros realizados en metal con adornos de piedras duras. Utilizados de forma decorativa este tipo de piezas se convirtieron en objetos indispensables asociados a la indumentaria femenina más elegante. La dinastía Ching o Qing, también conocida como dinastía Manchú, fue la última de las dinastías imperiales chinas. Fundada en el actual noreste del país por el clan manchú en 1644, su dominio terminó con la abdicación del último Emperador en 1912 por la Revolución Xinhai y el establecimiento de la República de China, manteniendo la capital en Pekín durante todo este tiempo. En general, las formas artísticas tradicionales florecieron en muchos niveles y formatos diferentes y variados, gracias a una clase alta altamente educada, una floreciente industria editorial de libros, folletos, etc., ciudades realmente prósperas y el énfasis confuciano en el cultivo de la mente. Aunque los propios emperadores fueron, en muchas ocasiones, destacados artistas (sobre todo en pintura), las mejores obras fueron realizadas por escolares y la élite urbana.

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Alfileteros de adorno; China, dinastía Qing, siglo XIX. Metal, piedras duras y esmalte. Medidas: 23 cm (mayor); 11 cm (menor). Juego de alfileteros realizados en metal con adornos de piedras duras. Utilizados de forma decorativa este tipo de piezas se convirtieron en objetos indispensables asociados a la indumentaria femenina más elegante. La dinastía Ching o Qing, también conocida como dinastía Manchú, fue la última de las dinastías imperiales chinas. Fundada en el actual noreste del país por el clan manchú en 1644, su dominio terminó con la abdicación del último Emperador en 1912 por la Revolución Xinhai y el establecimiento de la República de China, manteniendo la capital en Pekín durante todo este tiempo. En general, las formas artísticas tradicionales florecieron en muchos niveles y formatos diferentes y variados, gracias a una clase alta altamente educada, una floreciente industria editorial de libros, folletos, etc., ciudades realmente prósperas y el énfasis confuciano en el cultivo de la mente. Aunque los propios emperadores fueron, en muchas ocasiones, destacados artistas (sobre todo en pintura), las mejores obras fueron realizadas por escolares y la élite urbana.

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