Null CHRISTOPHE LABARDE (nacido en 1961) Kye, campeón de ajedrez, pieza única fi…
Descripción

CHRISTOPHE LABARDE (nacido en 1961) Kye, campeón de ajedrez, pieza única firmada al dorso por el artista, realizada en Alemania en los laboratorios WhiteWall (Mejor Laboratorio Fotográfico del Mundo 2024, Premio Mundial TIPA 2024) Impresión sobre papel profesional brillante Fuji Crystal Archive, 70 x 70 cm sin margen (Dimensiones exteriores: 70 x 70) Impresión fotográfica en plexiglás (vidrio acrílico de 2 mm, brillante), Montado sobre Dibond de 3 mm, Fijaciones de pared incluidas. Kye, de 11 años, vive en Phoenix, Arizona. Sus padres la iniciaron en el ajedrez a una edad muy temprana, que eran refugiados laosianos y a ellos mismos les apasionaba el juego. Rápidamente desarrolló un verdadero talento para la competición. Un día, mientras veían un torneo internacional por televisión, sus padres le explicaron que incluso los mejores jugadores del mundo acaban perdiendo contra la inteligencia artificial. Desde entonces, entrena sin descanso, enfrentándose a rivales cada vez más fuertes, leyendo libros de ajedrez y asimilando las estrategias más avanzadas. Ya ha ganado varios torneos locales y regionales, pero su verdadera pasión sigue siendo desafiar a las máquinas, a las que nunca ha vencido.

CHRISTOPHE LABARDE (nacido en 1961) Kye, campeón de ajedrez, pieza única firmada al dorso por el artista, realizada en Alemania en los laboratorios WhiteWall (Mejor Laboratorio Fotográfico del Mundo 2024, Premio Mundial TIPA 2024) Impresión sobre papel profesional brillante Fuji Crystal Archive, 70 x 70 cm sin margen (Dimensiones exteriores: 70 x 70) Impresión fotográfica en plexiglás (vidrio acrílico de 2 mm, brillante), Montado sobre Dibond de 3 mm, Fijaciones de pared incluidas. Kye, de 11 años, vive en Phoenix, Arizona. Sus padres la iniciaron en el ajedrez a una edad muy temprana, que eran refugiados laosianos y a ellos mismos les apasionaba el juego. Rápidamente desarrolló un verdadero talento para la competición. Un día, mientras veían un torneo internacional por televisión, sus padres le explicaron que incluso los mejores jugadores del mundo acaban perdiendo contra la inteligencia artificial. Desde entonces, entrena sin descanso, enfrentándose a rivales cada vez más fuertes, leyendo libros de ajedrez y asimilando las estrategias más avanzadas. Ya ha ganado varios torneos locales y regionales, pero su verdadera pasión sigue siendo desafiar a las máquinas, a las que nunca ha vencido.

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