Null SICILIA - MESSANA. Tetradracma, años 488-461. Carro de mulas conducido a d.…
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SICILIA - MESSANA. Tetradracma, años 488-461. Carro de mulas conducido a d. por auriga que lleva riendas y kentron; en exergo, hoja de laurel. R/ Liebre saltando d. Caltabiano 56.3. SNG (Cop.) 390. g. 17.21. Diam. 25,32 mm. Arg. MB/BB Envío sólo en Italia. Envío sólo en Italia.

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SICILIA - MESSANA. Tetradracma, años 488-461. Carro de mulas conducido a d. por auriga que lleva riendas y kentron; en exergo, hoja de laurel. R/ Liebre saltando d. Caltabiano 56.3. SNG (Cop.) 390. g. 17.21. Diam. 25,32 mm. Arg. MB/BB Envío sólo en Italia. Envío sólo en Italia.

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JOSE MARIA SICILIA (Madrid, 1954). "El instante", 2013. Tinta sobre papel Japón. Se adjunta certificado de autenticidad firmado por el artista. Firmado con iniciales y fechado en el ángulo inferior derecho. Medidas: 210 x 151 cm; 224 x 163,5 x 163,5 x 5,5 cm (marco). El Museo Reina Sofía de Madrid alberga en su colección un tríptico titulado "El instante", realizado sólo un año antes que el presente cuadro. La utilización del mismo título revela el interés de Sicilia por el tiempo, su fugacidad y variabilidad a la hora de entenderlo y habitarlo. Es este concepto el que Sicilia convierte en una poesía visual, aparentemente aleatoria y arbitraria, pero consolidada a través de reglas estrictas, a veces imperceptibles para el ojo humano. El movimiento se produce en esta imagen siguiendo una multiplicidad de formas y colores que quedan suspendidos en una inmensidad blanca. De hecho, rescatando las palabras que el propio artista dedicó al tríptico del Museo Reina Sofía, podemos entender este paisaje lírico propuesto por el artista; "Esta obra está compuesta por traducciones de cantos de pájaros a través de programas informáticos. El canto del pájaro es el instante, un lugar del que nadie regresa, donde no hay pasado ni futuro. Este instante es una plenitud en la que sabemos que existimos, nos alimenta y nos come al mismo tiempo. El instante es tocar en el tiempo lo que no es tiempo". Sicilia inicia sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, aunque en 1980 los abandona y se traslada a vivir a París. Dos años más tarde presentará su primera exposición individual, con un estilo en línea con el neoexpresionismo entonces de moda en Europa. Posteriormente, fueron los diversos objetos del mundo cotidiano los que se convirtieron en protagonistas de sus obras. Aspiradoras, planchas, tijeras, cubos, etc., serán el centro de un nuevo lenguaje en el que Sicilia concederá una mayor y progresiva importancia al tratamiento de las texturas. Su obra se organiza en series sobre naturalezas muertas, paisajes y, las más conocidas, sobre los barrios de Bastille y Aligre, donde él mismo vive y trabaja. Fue a mediados de los ochenta cuando su obra alcanzó una gran proyección nacional e internacional. En 1986 presenta en la Blum Helman Gallery de Nueva York un conjunto de obras que muestran una fuerte depuración del estilo anterior, hacia una pintura abstracta en la que elimina progresivamente cualquier referencia formal. Este nuevo estilo se refleja en las series "Tulipanes" y "Flores". En los años noventa esta estética reduccionista afectará a la gama cromática, quedando las formas sugeridas por el reflejo de la luz en la superficie. Un nuevo tratamiento matérico de sutil resonancia poética, a base de ceras que dejan transparentar ligeramente los temas florales, devuelve el color a una obra ya plenamente consagrada. José María Sicilia ha sido galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas (1989), y está representado en el Museo Reina Sofía de Madrid, el MOMA y el Guggenheim de Nueva York y el CAPC de Burdeos, entre otros muchos centros.

JOSE MARIA SICILIA (Madrid, 1954). "Maguelone I", 2005. Acuarela sobre papel Japón. Presenta etiqueta de la Galería Estarte, Madrid. Obra expuesta en; "Magelone: Broto, Sicilia, Valente", Galería Estiarte, Madrid 2006. Firmada y titulada en la zona inferior izquierda. Medidas: 51 x 50 cm; 70 x 70 cm (marco). Luz y oscuridad, caos y cosmos, orden y azar, son el anverso y el reverso de la filosofía vital y artística de José María Sicilia. En esta composición de gran formato, la latencia cósmica y la luz mística quedan sugeridas por el uso de la cera (que Sicilia siempre entendió en su simbología plástica de huella, poesía, fugacidad y memoria) sobre un fondo oscuro como el cielo nocturno. Sicilia comenzó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, aunque en 1980 los abandonó y se trasladó a vivir a París. Dos años más tarde presentó su primera exposición individual, con un estilo en línea con el neoexpresionismo entonces de moda en Europa. Posteriormente, fueron los diversos objetos del mundo cotidiano los que se convirtieron en protagonistas de sus obras. Aspiradoras, planchas, tijeras, cubos, etc., serán el centro de un nuevo lenguaje en el que Sicilia concederá una mayor y progresiva importancia al tratamiento de las texturas. Su obra se organiza en series sobre bodegones, paisajes y, las más conocidas, sobre los barrios de Bastille y Aligre, donde él mismo vive y trabaja. Fue a mediados de los ochenta cuando su obra alcanzó una gran proyección nacional e internacional. En 1986 presenta en la Blum Helman Gallery de Nueva York un conjunto de obras que muestran una fuerte depuración del estilo anterior, hacia una pintura abstracta en la que elimina progresivamente cualquier referencia formal. Este nuevo estilo se refleja en las series "Tulipanes" y "Flores". En los años noventa esta estética reduccionista afectará a la gama cromática, quedando las formas sugeridas por el reflejo de la luz en la superficie. Un nuevo tratamiento matérico de sutil resonancia poética, a base de ceras que dejan transparentar ligeramente los temas florales, devuelve el color a una obra ya plenamente consagrada. José María Sicilia ha sido galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas (1989), y está representado en el Museo Reina Sofía de Madrid, el MOMA y el Guggenheim de Nueva York y el CAPC de Burdeos, entre otros muchos centros.