Descripción
Capote de paseo para el matador Antonio Bienvenida en raso de seda amarillo, ricamente bordado con flores y follaje en hilo de seda policromado e hilo de plata, adornado con lentejuelas y perlas facetadas. Forro de flores y seda roja (alteraciones y seda desgastada en algunas partes). Alrededor de 1950. Altura Altura: 93 cm Procedencia según la familia : Ofrecido por Antonio Bienvenida (1922-1975) hijo de El Papa Negro a Gaspard Lloret, gerente de la plaza de toros de Orán en 1954. Por descendencia directa. El 4 de marzo de 1954, se confirma que Antonio Bienvenida fue presentado en Orán como matador de toros de estilo clásico y elegante antes de su corrida del 13 de marzo de 1954. Orán, la mayor plaza de toros del continente africano, ha acogido a matadores famosos como El Cordobés. Cerrada de 1936 a 1954, su reapertura coincidió con la llegada de Bienvenida. "...aquella melancólica tarde de otoño en que Antonio Bienvenida se despidió para siempre de la plaza de toros y desfiló luciendo el capotito negro de José sobre el granate y oro de su voluminosísimo traje". José Bergamín, La soledad del Torrero, 1989.
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Capote de paseo para el matador Antonio Bienvenida en raso de seda amarillo, ricamente bordado con flores y follaje en hilo de seda policromado e hilo de plata, adornado con lentejuelas y perlas facetadas. Forro de flores y seda roja (alteraciones y seda desgastada en algunas partes). Alrededor de 1950. Altura Altura: 93 cm Procedencia según la familia : Ofrecido por Antonio Bienvenida (1922-1975) hijo de El Papa Negro a Gaspard Lloret, gerente de la plaza de toros de Orán en 1954. Por descendencia directa. El 4 de marzo de 1954, se confirma que Antonio Bienvenida fue presentado en Orán como matador de toros de estilo clásico y elegante antes de su corrida del 13 de marzo de 1954. Orán, la mayor plaza de toros del continente africano, ha acogido a matadores famosos como El Cordobés. Cerrada de 1936 a 1954, su reapertura coincidió con la llegada de Bienvenida. "...aquella melancólica tarde de otoño en que Antonio Bienvenida se despidió para siempre de la plaza de toros y desfiló luciendo el capotito negro de José sobre el granate y oro de su voluminosísimo traje". José Bergamín, La soledad del Torrero, 1989.
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