C. CHARLES (siglo XX). "Appel" (La llamada), hacia 1930. Escultura de metal blanco patinado sobre base de piedra. Firmada en la parte posterior de las patas del caballo. Base firmada "Marco". Medidas: 55 x 49 x 16 cm. C. Charles era conocido por sus esculturas ecuestres. En este caso nos ofrece la imagen de un personaje con una corneta llamando a su ejército mientras sujeta las riendas de su doncella. Se trata de una obra realista en su modelado pero rigurosa y geométrica en su composición, que refleja perfectamente la base estética del Art Déco. La figura se representa desnuda para evitar cualquier referencia temporal, buscando una imagen ideal y absoluta del movimiento, sin concesiones a lo decorativo o accesorio. El Art Déco se desarrolló a partir de los años veinte, aunque gozó de una larga vida gracias a la popularidad del cine, que difundió su estética hasta los años cuarenta, abarcando casi todo el periodo de entreguerras. La estética Déco es, en cierto sentido, una amalgama de muchos estilos y movimientos diversos de principios del siglo XX y, a diferencia del Art Nouveau, estuvo influida por las primeras vanguardias, principalmente el Constructivismo, el Cubismo, el Futurismo e incluso el racionalismo de la Bauhaus. Los progresivos descubrimientos arqueológicos en el Antiguo Egipto también dejaron su impronta en ciertas líneas duras y en la solidez de las formas del Art Déco. Asimismo, como estilo de la era de las máquinas, utilizó las innovaciones de la época para sus formas: las líneas aerodinámicas de la aviación moderna, la iluminación eléctrica, los revestimientos marinos, los rascacielos, etc. Estas influencias se reflejan en diseños de formas fraccionadas, simétricas y claramente geométricas. No obstante, se trata de un arte fundamentalmente clásico, aunque aborda el clasicismo desde una nueva perspectiva, basada en la arqueología y en principios estéticos elementales. Así, las formas del Art Déco son idealizadas, equilibradas y proporcionadas, pero al mismo tiempo sintéticas y esenciales, alejadas de la inspiración directa en la naturaleza de finales del siglo XIX. Así, en esta obra se captan a la perfección el movimiento y la tensión de la escena, elementos que se subordinan al conjunto de la composición, integrando las distintas partes en el todo para lograr un resultado armónico y bello, de gran fuerza visual.