ALBRECHT DÜRER (1471-1528) Adán y Eva (o La caída del hombre), 1504
Grabado en c…
Descripción

ALBRECHT DÜRER (1471-1528)

Adán y Eva (o La caída del hombre), 1504 Grabado en cobre con buril 248 x 191 mm Magnífico corte de prueba en el borde de la línea cuadrada Filigrana de cabeza de buey con triángulo y flor (M. 62) Ref. Bartsch 1, Meder 1, III a Una pequeña rasgadura hábilmente restaurada en la parte inferior izquierda Ligero pliegue reforzado en la esquina superior derecha (invisible en el anverso) Montado bajo paspartú con tira adhesiva en el reverso Marca de agua visible en el anverso en la cara de Adam Procedencia: adquirido a Guy Prouté a principios de los años 1960 y desde entonces por vía descendente Adán y Eva destaca en la obra impresa de Durero como una de sus imágenes más complejas, e ilustra todo el virtuosismo técnico del grabador alemán. El artista "reinventó" este Adán y Eva para su público renacentista, transportando física y temporalmente a la pareja del Jardín del Edén a un salvaje bosque germánico. Contra este inquietante telón de fondo de árboles y follaje impenetrables, los cuerpos parecen sorprendentemente a gusto en su desnudez. En contrapposto, recuerdan las estatuas clásicas de Venus y Apolo del Belvedere, recientemente descubiertas en la época de la primera estancia de Durero en Italia. La manera en que Durero compuso su grabado ha sido ampliamente estudiada, y se han hecho innumerables interpretaciones del mismo. Entre las dos figuras, el Árbol del Conocimiento ofrece un claro equilibrio: mientras que a la derecha, la mano de Eva se acerca al fruto prohibido, la de Adán, aferrada a una rama del Árbol de la Vida, atrae la atención hacia la izquierda. En esta precisa composición, las exigentes reglas de la geometría parecen ser de la máxima preocupación para el artista. Además, Durero ha dispuesto juiciosamente la flora y la fauna a lo largo de su composición, creando un equilibrio que es a la vez físico y alegórico. Los animales que Durero eligió para poblar su Edén están asociados a los cuatro "estados de ánimo", o temperamentos humanos, que fascinaban a sus coetáneos. El ciervo que emerge de los árboles se asocia con la melancolía, mientras que el robusto buey de la derecha representa al flemático. El conejo detrás de Eva simboliza el sanguíneo, mientras que el gato se asocia con el colérico. El loro de arriba simboliza la sabiduría, mientras que la serpiente de Eva representa la traición. Aunque esta filosofía humanista era muy discutida entre los contemporáneos del artista, todos estaban de acuerdo en que la cabra que se tambalea en el acantilado es una imagen de la lujuria y la desgracia, un signo de la Caída que se avecina. Entre los pies de la pareja, un gato y un ratón coexisten armoniosamente, felizmente inconscientes de su relación como depredador y presa. En cuanto Eva acepte la ofrenda de la serpiente, este equilibrio se destruirá. Apreciemos la atención de Durero a los detalles más pequeños, desde los más cercanos a los más lejanos, desde los delicados bigotes del ratón a las líneas precisas de la cabra en equilibrio sobre su roca. La fascinante variedad de materiales y superficies diferentes que representa: pelo, plumas, piel, piel de serpiente, corteza, hojas y rocas... Esta ambiciosa obra, la única de sus estampas que lleva su nombre completo - ALBERT DVRER NORICUS FACIEBAT 1504 - es una obra maestra de su producción. Destinado sin duda al mercado italiano, Durero demostró no sólo su virtuosismo, sino también su talento comercial para atraer encargos. Esta obra maestra absoluta, que representa la primera culminación de las investigaciones del artista sobre las proporciones anatómicas antes de su segundo viaje a Italia, es uno de los grabados más famosos de Durero, pero también una de las imágenes más reproducidas y, por tanto, más familiares de la Caída del Hombre. Existen tres estados de este tema más algunas pruebas de imprenta en el Museo Británico de Londres y en el Museo Albertina de Viena, así como numerosos dibujos preparatorios. Más rico en contrastes que el conservado en la BNF, nuestro grabado, una finísima impresión Meder del tercer estado (estado final III.a), está impregnado de una claridad y unos matices asombrosos, las profundidades del bosque son tan ricas como la luminosidad y el terciopelo de los cuerpos desnudos. Rara en el mercado internacional, una plancha de esta calidad es una primicia para el mercado francés desde hace décadas.

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ALBRECHT DÜRER (1471-1528)

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