CHARPENTIER DE COSSIGNY, Joseph-Francois

Viaje a Cantón, capital de la provincia de ese nombre, a China; por Gorea, el cabo de Buena Esperanza y las islas de Francia y Reunión. Seguido de observaciones sobre el viaje a China por Lord Macartney y el ciudadano Van-Braam, y un bosquejo de las artes de los indios y los chinos. París, por André, An VII [1798]. In-8 (197 x 120 mm) de VIII, 607 pp. Ternera podrida, orla decorativa dorada, lomo liso decorado, bordes jaspeados (encuadernación contemporánea). Cordier, Sinica, 2105; van Ryckebusch, 1600 ("relación rara y muy interesante"); Quérard, II, 140. Primera edición. Obra particularmente rica en descripciones botánicas, que comprende tres partes distintas: el relato propiamente dicho del viaje del autor a Cantón vía Ciudad del Cabo, Mauricio y Reunión (pp. 1-152), largas observaciones sobre los relatos de las embajadas inglesa y holandesa en China publicados por MacCartney y Van Braam Houckgeest (pp. 153 a 472), y por último una presentación de las técnicas artesanales y agrícolas de los indios y los chinos aún no dominadas por los europeos, el teñido, la fabricación de opio, el barniz, el cultivo de árboles con resina elástica, etc. (pp. 472 a 589). Gran figura de la historia mauriciana, Joseph-François Charpentier de Cossigny (1736-1809) nació en Mauricio, hijo de una criolla y de un mariscal de campo, ingeniero al servicio de la Compagnie des Indes. Se convirtió él mismo en ingeniero y sirvió primero bajo las órdenes de su padre, sobre todo en Pondicherry, antes de ser destinado a Mauricio en 1760, donde se encargó del desarrollo de Port-Louis hasta la Revolución (aparte de una misión en Java en 1761-1762). Adquirió la finca de Palma y, apasionado por la flora exótica, creó un jardín botánico que se hizo famoso. Introdujo en la isla la caña de azúcar de Batavia, el barniz chino y el lichi. Fue ennoblecido en 1770, elegido diputado a la Asamblea Constituyente y enviado de nuevo a Mauricio por Bonaparte para anunciar la llegada del Consulado y reorganizar las fábricas de pólvora. Sólo permaneció un año en el puesto, debido a la hostilidad de los colonos a sus medidas para que los esclavos pagasen por su trabajo. Un buen ejemplar, con el lomo y las esquinas muy bien restaurados.