Emil Nolde

Emil Nolde Amapola roja Alrededor de 1935/1940 Acuarela sobre fino papel japonés hecho a mano. 35,6 x 47,2 cm. Enmarcada bajo cristal. Firmado "Nolde" en negro abajo a la derecha. - Color fresco conservado. Con un fotoperitaje de Manfred Reuther, Klockries, fechado el 12 de febrero de 2023. La obra está registrada y documentada en su archivo con el número "Nolde A - 264/2023". Procedencia Colección privada Baviera Cuando Emil Nolde se mudó en 1916 a la recién adquirida granja Utenwarf, esto desencadenó un gran número de pinturas de paisajes en su obra. A partir de entonces, sin embargo, realizó también numerosas acuarelas de flores, que tenían su origen en el jardín que él mismo había acondicionado. Emil y Ada Nolde habían plantado el jardín con amapolas, girasoles, dalias, lirios, calas y azucenas. A lo largo de un año, siempre había flores en plena floración que se colaban en sus acuarelas. A diferencia de Karl Schmidt-Rottluff o Gabriele Münter, que solían pintar sus flores en un jarrón, Nolde parece haberlas capturado directamente en su jardín. Al igual que en la acuarela "Amapola roja", las pintó en primer plano y tal y como las encontró en el parterre, tal vez sentadas en un taburete. A Nolde no le interesaba el paso de una flor y el tema asociado de la fugacidad, sino que siempre elegía flores en plena floración. Con el pincel de acuarela empapado de color, trazaba los pétalos individuales de un rojo brillante, insinuando la profundidad oscura de los cálices, aceptando deliberadamente que se produjera un desenfoque. Al contrario, utilizó la fina consistencia de las acuarelas para sugerir también la transparencia de algunos de los pétalos. Como escribe Nils Ohlsen, al descubrir su jardín Nolde se acercó de nuevo a su colega noruego Edvard Munch, que en 1916 se instaló en un vivero cerca de Oslo (cf. Ausst. Kat. Nolde Stiftung Seebüll 2018, p. 29).