CARLO CERESA (Bérgamo, 1609 - 1679). "Retratos". Óleo sobre lienzo (x2). Reenmarcado. Medidas: 72,5 x 59,5 cm; 92 x 80 cm (marcos) Pareja de retratos que muestran a una madre con un niño pequeño en ambos casos. Uno de ellos muestra a una señora con su hijo, ambos sosteniendo una cajita, mientras que el otro retrato muestra a una niña compartiendo una naranja. Ambas piezas, aunque diferentes, tienen la misma entonación general, muy contenida y cálida, pero también reveladora de una gran sobriedad; gira en torno a los tonos terrosos, ocres y rojizos del naturalismo, salpicados por toques de un blanco muy matizado. Sin embargo, es un elemento clave en el modelado de los rostros, sus detalles y su iluminación. El nivel de detalle y delicadeza es evidente en ambas obras, especialmente en el tratamiento de los tejidos, destacando el raso, el encaje y el terciopelo, todos ellos excelentemente diferenciados entre sí. Sin embargo, uno de los rasgos más característicos se encuentra en el retrato de familia del niño que sostiene una medalla de oro con rubíes engastados en la que se aprecia la imagen devocional de San Antonio de Padua, lo que confiere a la imagen una dimensión religiosa. Es importante señalar el contraste que se crea en ambas piezas al contraponer los rasgos de la infancia con los de la madurez, recreándose las dos etapas de forma veraz y fiel a la realidad. La pieza recuerda estéticamente las obras de Carlo Ceresa, alumno y más tarde ayudante del pintor milanés Daniele Crespi, cuyo estilo y vocabulario perduraron en su obra tras la muerte del maestro en 1630. Desarrolló su actividad en la región de Bérgamo y produjo un gran número de obras religiosas caracterizadas por una gran sobriedad y un enfoque discreto combinados con el vivo colorido de la escuela véneta. También fue un hábil retratista solicitado por las familias nobles de la ciudad. El naturalismo que impregna la representación de sus temas recuerda la obra de Moroni y espera a Fra Galgario y Ceruti (Pitochetto).