Paul SIGNAC (1863-1935). "Groix". Acuarela y lápiz sobre papel, titulado abajo a la derecha. Firma apócrifa. Hacia 1923. Altura: 22 cm. 22 - Anchura 30 cm (ligera insolación) Se entregará al comprador un certificado de autenticidad de la Sra. Marina Feretti fechado el 31 de octubre de 2022. Procedencia : - Galería Léon Marseille, París. - Colección catalana. Formado por el pintor académico Emile Bin, Paul Signac admiró muy pronto las creaciones de los impresionistas. Afirmándose como el continuador histórico del movimiento, Signac fundó el Salón de los Independientes junto a Albert Dubois-Pillet, Odilon Redon y Georges Seurat. Fue con este último y con el apoyo del crítico Félix Fénéon con quien desarrollaron un enfoque científico del color y conceptualizaron el neoimpresionismo. En los albores del siglo XX, Signac se liberó de este toque y, animado por Camille Pissarro, desarrolló la técnica de la acuarela espontánea. Paul Signac era un apasionado de la vida portuaria. Navegaba a menudo por las aguas de Bretaña y la Costa Azul y creaba composiciones llenas de color en las que el artista jugaba con las líneas de los mástiles y las velas. Fue nombrado pintor oficial de la Marina en 1915. Propietario de una treintena de barcos a lo largo de su vida, esta atracción marítima alcanzó su apogeo entre 1929 y 1931. Con el apoyo financiero de Gaston Lévy, cofundador de la tienda Monoprix, Paul Signac inició la ambiciosa serie de "Puertos de Francia". El artista recorre todo el país para pintar cien puertos que abarcan las orillas del Mediterráneo, el Mar del Norte y el Atlántico. A la manera de Joseph Vernet en sus "Vistas de los puertos de Francia", encargadas por Luis XV en 1753, Paul Signac se ancla en la larga tradición artística de las representaciones marítimas. Con dos acuarelas pintadas para cada puerto, una para el artista y otra para su mecenas, las obras sirven como páginas del diario de un viajero. Signac se definía a sí mismo como un "Baroudeur-Aquarelliste-trotteur". Fue durante una visita a la isla de Groix, una isla bretona de apenas 15 km2, cuando el pintor realizó esta acuarela. La isla es un destino habitual para el artista. Parada ineludible en su viaje de 1929, representó sus faros y barcos varias veces en 1923 en acuarelas sobre papel, pero también en 1925 en un óleo neoimpresionista. Aquí es el puerto deportivo el que se ilustra con un trazo vivo a lápiz, realzado por un toque suelto de colores suaves pero brillantes.