Null Cristo con caña o Ecce Ho-mo
Estatuilla de bronce, trazas de dorado
Escuela…
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Cristo con caña o Ecce Ho-mo Estatuilla de bronce, trazas de dorado Escuela flamenca del siglo XVIII. H. 22 cm

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Cristo con caña o Ecce Ho-mo Estatuilla de bronce, trazas de dorado Escuela flamenca del siglo XVIII. H. 22 cm

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Escuela española, primera mitad del siglo XVII. "Ecce Homo". Óleo sobre tabla de pino. Presenta faltas y restauraciones. Medidas: 52 x 29,5 x 3 cm. En este cuadro, el episodio del Ecce Homo se ha representado mediante una composición sencilla pero emocionalmente intensa. Jesús, esposado y con gotas perladas en la frente, los esbirros de Poncio Pilato acaban de colocarle la corona de espinas y envuelven su cuerpo desnudo con un manto escarlata para reírse de él (como rey de los judíos). Los soldados blanden porras para golpearle. Poncio Pilato viste un suntuoso traje de seda y armiño. Una sirvienta le susurra algo al oído. Domina visualmente el tratamiento de la luz, contrastado y eficaz, a base de un foco procedente de la ventana del fondo. Incidiendo de lleno en la figura de Cristo, crea expresivos juegos de claroscuro para realzar los rostros y las telas, sobre un fondo oscuro y neutro que realza aún más la presencia física de los personajes. También el cromatismo se inscribe en los modelos barrocos de la época y por ello se basa en una paleta restringida y cálida, matizada, de tonos ocres, terrosos y carmín. El tema del Ecce Homo pertenece al ciclo de la Pasión, y precede al episodio de la Crucifixión. Siguiendo esta iconografía, Jesús es presentado en el momento en que los soldados se burlan de él, tras coronarle de espinas, vestirle con una túnica púrpura y colocarle una caña en la mano, arrodillándose y exclamando "¡Salve, Rey de los Judíos!". Las palabras "Ecce Homo" son las que pronuncia Pilato, que en esta escena aparece junto a Cristo, vestido con elegantes ropas, al presentar a Cristo ante la multitud; su traducción es "he aquí al hombre", frase con la que se burla de Jesús y da a entender que el poder de Cristo no era tal comparado con el de los dirigentes que allí le juzgaban. El Salvador coronado de espinas o Varón de dolores. Para esta escena se toma al evangelista Mateo (Mt 27, 28-29:) y desvistiéndole, le cubrieron con un manto escarlata, y le pusieron en la cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en la mano derecha.