Étienne BOUHOT (Bard-lès-Epoisses 1780 - Semur-en-Auxois 1862) Vista del Puente Joly en Semur-en-Auxois, 1838 Óleo sobre lienzo, firmado abajo a la derecha. 30 x 44,7 cm Restauraciones antiguas. Procedencia: Descendientes del artista hasta la actualidad. Etienne Bouhot (1780-1862), pintor de Borgoña, se formó en París, donde obtuvo medallas de segunda y primera clase en los Salones de París de 1810, 1817 y 1827. Su gusto por el estudio de la perspectiva y la arquitectura se desarrolló gracias al contacto con Pierre Prévost, gran especialista en panoramas. El pintor es conocido por sus paisajes urbanos, escenas rústicas y vistas arquitectónicas. Se especializó en vistas topográficas de varias ciudades, entre ellas París, Ruán y Semur. Podemos citar : La Place Vendôme, L'île St-Louis o una Vista de Semur-en-Auxois, tomada desde el valle de Armançon. Su habilidad, su estilo refinado y su maestría técnica estaban muy de moda a mediados del siglo XIX, cuando la precisión del tema era primordial. Entre sus clientes se encontraban personalidades como el rey Luis XVIII, la duquesa de Berry y el duque de Orleans. Apegado a su Borgoña natal, expuso cuatro veces en Dijon y se instaló en Semur-en-Auxois, donde fue nombrado director de la escuela de dibujo a partir de 1834. Posteriormente, el museo de la ciudad nació y se desarrolló gracias a su iniciativa y a sus contactos. Fue su conservador hasta su muerte. Durante sus incursiones en las regiones borgoñonas de Auxois, Châtillonnais y Tonnerrois pintó paisajes y edificios. Sus cuadros combinan una arquitectura robusta con representaciones realistas de la naturaleza. Están impregnados de la suave luz característica de la región. Fue en su ciudad de Semur-En-Auxois, que dedicó mucho tiempo a inspeccionar en busca del tema ideal, donde Bouhot dominó plenamente la pintura de paisaje, como esta Vista del puente Joly, que se ofrece a la venta. En esta vista general de Semur, el puente Joly desprende la serenidad típica de la obra del artista. La ciudad, formada por torres medievales, murallas y casas, se distribuye en varios pisos. En medio de estos edificios hay una profusión de vegetación. El cielo y el río Armançon, en el que se refleja, difunden una cálida luz vespertina. La maestría arquitectónica del artista se manifiesta en un juego con los ojos del espectador. El ojo se siente atraído por el Puente Joly y quiere seguir la trayectoria del río que sigue su curso más allá. Bouhot introduce una nota pintoresca en la que varios personajes se dedican a sus quehaceres: pescadores, lavanderas, carruajes y caballos. Estos detalles añaden un toque vivaz cuyo objetivo no es simplemente animar, sino mostrar el "color local".